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Girardot, la más rezagada

Girardot, la más rezagada

Reconozco públicamente que en mi última columna de opinión del 2024 me equivoqué, y con creces. Hago esta rectificación pública reconociendo mi error.

Me refiero a la columna de opinión Como cangrejos y avestruces (05.12.2024), con la que pretendí colocar nuevamente sobre el escritorio la discusión que, a miopes, testarudos, bisoños, tozudos y optimistas enfermizos los atormenta: la supremacía que con paciencia se han granjeado los municipios de Ricaurte y Melgar sobre Girardot. Gracias a la estulticia que exhiben los que pretenden tapar el sol con medio dedo, aquí se continúa eructando pollo, cuando la ingesta es de algo menos exquisito. Ustedes sabrán entenderme.  

A inicios de diciembre pasado se publicó el resultado del Índice de Competitividad Turística Regional de Colombia 2024, de ciudades capitales y municipios con vocación turística, realizado por el Centro de Pensamiento Turístico Colombia (Cotelco y Unicafam). Me llamó la atención, porque se hizo viral el hecho de que Melgar alcanzara el séptimo lugar entre los 260 municipios relacionados. Girardot, a la que caprichosamente se la consiente, haciéndola creer que es la más bella, difícilmente alcanzó la casilla veinte; difícilmente, porque su calificación fue de 5.35 puntos, y la de Pamplona, de 5.34 puntos.

En el 2023, para no irnos tan lejos, Melgar ocupó el puesto 8, mientras que Girardot, siempre detrás, ocupó la casilla 29 entre 239 municipios.

Mi primera rectificación: haciendo un parangón en el aspecto turístico entre Melgar y Girardot afirme: «[…] En turismo han realizado avances importantes con los que le compiten hombro a hombro a Girardot».  No, si me ciño a estos resultados no hay tal hombro a hombro. Melgar le toma una ventaja considerable a la casi ciudad. Y no es de ahora, Melgar fue el primer municipio de Colombia certificado internacionalmente en turismo sostenible, algo en lo que Girardot no está ni en pañales.

Ahora, cuando me referí al vecino municipio de Ricaurte, me dejé llevar por lo que pudiera ocurrir en el futuro, desconociendo sus logros del presente; que no tienen nada que ver con el tema de los miles de unidades de vivienda construidas.

Aquí mi segunda corrección, porque me quedé corto con Ricaurte; hoy tiene mucho más que mostrar que bloques de apartamentos apilados unos sobre otros. El pasado 5 de enero, como regalo de Reyes Magos, la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) anunció la entrega a este municipio de la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) «El Yulo», con un valor cercano a los $14 800 millones. En el comunicado oficial se afirma que Ricaurte será el primer municipio de Cundinamarca, entre 116 que existen, que tratará el ciento por ciento de sus aguas residuales.

¿Por qué mi corrección? Porque la casi ciudad, embebecida algunas veces en la construcción de un malecón junto al rio Magdalena, a pesar de que entre los dos puentes icónicos pero desgastados (el Ospina Pérez y el Férreo) hay doce vertederos de aguas negras según Juan Carlos Rodríguez Rodríguez, ni siquiera se insinúa un proyecto a largo plazo de una PTAR. 

Pero quiero ser más claro en mi análisis. Las fiestas de Girardot, que tanta atención política y popular atraen, han contado en los tres últimos años con las siguientes cifras aproximadas: en el 2023 se habla de $4500 millones; para el 2024 fueron $4400 millones; y el alcalde Salomón Said advirtió en la rueda de prensa que dio el 30 de diciembre pasado que para el 2025 la suma llegará a los $6000 millones.

Quiere decir esto, que la casi ciudad en tres años habrá «invertido», más o menos, la suma de $14 900 millones, en un intangible para Girardot, porque una vez terminadas las fiestas queda casi nada como inversión. Mientras tanto, Ricaurte, nuestro rival directo en lo turístico, y al que todavía algunos girardoteños agrandados lo miran por encima del hombro, recibe una PTAR en un lapso de nueve años por valor de $14 800 millones, beneficiando a cerca de 60 000 habitantes del sector rural y urbano.

Pero quiero hilar más delgado: de los $14 800 millones invertidos en Ricaurte, solamente el 12% fue financiado por el municipio; es decir, $1776 millones en nueve años. Algo así como $197 millones anuales. ¿Entienden la diferencia?

Y eso que en mi columna de los avestruces y cangrejos olvidé mencionar al municipio de Guaduas, en Cundinamarca. Un excelente destino turístico a dos horas y media de la casi ciudad, con un concepto claro de lo que es el turismo sostenible. Ir a Guaduas, doceavo en el Índice de Competitividad Turística Regional de Colombia, es una experiencia que recomiendo sin titubear.

No sé por qué la resistencia a reconocer que hay municipios cundinamarqueses y tolimenses que están mucho mejor la tarea. Esa negación, obstinada y terca, solo ahonda el problema local, permitiendo que se continúe en caída libre con la anuencia de un sector de la población; nadie para bolas ni a lo subjetivo ni a lo objetivo.

Miopía, bendita miopía.

*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.