Columnistas
La decadencia de Girardot (Quinta parte)

«De tres maneras podemos aprender: en primer lugar, por la reflexión, que es la más noble; en segundo lugar, por imitación, que es más fácil; y, en tercer lugar, por la experiencia, que es la más amarga». Confucio.
El camino ha estado acompañado de sinsabores, pero sin la pérdida del entusiasmo que nos despierta el día a día del reciente pasado del villorrio, al igual que la respuesta del desprevenido, o el entusiasmo con que se expresan quienes nos comparten sus pensamientos o experiencias.
Hay un exalcalde, que cuando se pregunta por él, produce respuestas airadas, silencios profundos, frentes fruncidas, improperios, vueltas de espalda y uno que otro defensor con escasos argumentos.
Apoyados en el silencio observador, la mirada al horizonte, los oídos despiertos y el cúmulo de experiencias de don Sancho, tratamos de hilvanar esos pareceres individuales en una suma colectiva, cuyo resultado de un periodo 2012-2015, arroja cuatro años que reafirmaron y profundizaron la crisis de una ciudad a la deriva.
El oportunista, mitómano y trepador por naturaleza, no concibe nada diferente a sus falsas e incoherentes fantasías, afanes de protagonismo y ansias ilimitadas de poder.
En las primeras decisiones que tomó al posesionarse, fue nombrar en su «equipo de obediencia», de confianza, un séquito de importados, que ni conocían la ciudad, ni les «importaba», como por ejemplo su jefe de Planeación. Con todos esos nombramientos demostró hasta la saciedad que «Girardot no tiene con qué».
Después de dejar posesionados a un buen número de foráneos en los altos cargos de la administración, el camaleón se dedicó a buscar aliados en el Congreso para que lo acompañaran a hacer lobby en ministerios, Planeación, y otros organismos de orden nacional, con el propósito de conseguir recursos para «grandes» obras.
La pista de patinaje, espantosa cuando se inauguró, se les olvidó diseñar e incorporarle algunos espacios y servicios. Los padres de niñas, niños, adolescentes y jóvenes que practican este deporte, saben cuánto les cuesta mensualmente, gracias a los clubes, mantenerse, entrenar y participar en eventos regionales, departamentales y nacionales a costa de sus propios recursos.
El «maga-colegio Francisco Manzanera», amable lector, ¿conoció usted el diseño del proyecto? Pues le cuento que no se desarrolló en su totalidad, y la calidad de los materiales siembran dudas; un solo detalle a mencionar: el puente peatonal, que pues nada, siguen ahí varios millones enterrados porque el resto se los llevó la brisa.
Los Caños del Norte, a su partner, el exsenador Juan Carlos Restrepo, (gracias por la gestión tan desinteresada), encontró un aliado que ni se diga. Catorce mil millones o más, presupuestados para las diferentes etapas de la obra y se terminó la platica, pero la obra no. En algún momento se dijo, «el fondo financiero de proyectos de desarrollo Fonade contratará la respectiva interventoría. Razón por la cual se estima el mes de febrero de 2019 como fecha de entrega». ¿En qué mes estamos del 2019?
Como el camaleón está en campaña y haciendo videos, donde hace aparecer imágenes de que todo está divino, le sugerimos respetuosamente, no vaya a grabar en los caños un día que llueva, porque se inundan y de pronto le toca asumir el papel de babilla para no ahogarse
A propósito de obras, me acordé del comentario que una tarde de vinos me hizo un exalcalde en nuestro recorrido por el bello departamento de Risaralda: «Don Quijote, lo que mejor tapa la plata es el cemento».
El señor trepador quiere volver para seguir «cañando»; colombianismo que significa «decir mentiras».
Cualquier día de campaña en su verborragia, sin pensarlo, lo escucharán sus pocos e incondicionales adeptos: «Estoy de nuevo en contacto con los directivos de Disney World. Ya tengo ubicado el terreno y los socios estratégicos y capitalistas para traer el más grande parque de atracciones a este privilegiado lugar del planeta». ¡Oh, que osado!
Continúa el mismo: «Para terminar, quiero compartirles otra nueva buena, hermanos; tendremos el cable aéreo, o sea el teleférico, comunicando varios puntos del villorrio, cuando estuve 15 meses descansando, no pensando, en una finca al sur de Bogotá; sueño con este sistema de transporte para Girardot. Y como se lo dije a los dueños de busetas, voy a combatir el mototaxismo. El servicio de cable aéreo aliviará el presupuesto y los riesgos de quienes utilizan el transporte ilegal » ¡Viva, ese es!
Por lo escuchado y consultado, me atrevo a opinar que Girardot no debe caer en manos de este personaje. Amable lector, promueva, anime y acompañe a sus amigos, familia, vecinos, compañeros de trabajo o de café, a votar el próximo 27 de octubre.
Le escribo con respeto: si no participa, otros decidirán. Si no vota, después no se lamente.
*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.