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El último adiós

El último adiós

No sólo las personas que fallecen en las unidades de cuidados intensivos necesitan ayuda, sus parientes y allegados también requieren apoyo emocional para afrontar el duelo que surge ante la inesperada partida de un ser querido.

Viéndose obligados a no estar en el momento del fallecimiento de un familiar hospitalizado, que sólo podrá comunicarse de manera virtual por unos pocos minutos “mientras se lo permitan’’, con la imposibilidad de poder tocar su mano y sembrar un último beso sellando el ritual de la despedida.

Contando con la inviabilidad de participar en los funerales como veníamos acostumbrados desde hace siglos mostrando la necesidad de preparar y despedir a nuestros seres amados.

Preservando el espíritu hacia el cielo: como lo leímos en La Divina Comedia, de Dante Alighieri; ¡el alma pasa a otro plano trascendental!, es la convicción que hace que los humanos seamos la única especie que entierra sus difuntos teniendo en cuenta velatorios, entierros, cremaciones, momificaciones y lápidas.

Ahora bien, hablemos de los protocolos que se han establecidos para los entierros del corona virus

         0.       No está permitido realizar ritos funerarios estableciendo que las EPS verificarán las causas de fallecimiento y generarán el certificado de defunción.

         0.       Si es por Coronavirus se debe alistar el cuerpo para que el servicio funerario contratado lo recoja.

         0.       La funeraria está a cargo de gestionar la licencia que corresponda ante la Secretaria de Salud de cada municipio.

         0.       Se revisarán y validarán los requisitos que se enviarán a través de la licencia solicitada por correo electrónico.

         0.       Ya expedida la autorización la funeraria podrá recoger el cuerpo que irá directamente al servicio crematorio, sin que sus familiares puedan asistir ni recibir las cenizas de sus parientes.

Sumándose al duelo está el aislamiento, por ser un posible infectado. Sometiéndose a una prueba de Covid-19 que obliga a estar dos semanas en alistamiento en las que se cree que el contagio se puede diseminar, surgiendo la angustia frente a lo que va a pasar, si se contrajo la enfermedad y sin poder trabajar ni interactuar con nadie.

Por todo lo anterior, hoy mi invitación es al autocuidado que debemos tener para evitar este virus que lo podemos derrotar con agua y jabón, sin olvidar el uso adecuado del tapabocas que hasta el momento es nuestra única defensa.

No debemos esperar a que el virus entre a nuestras vidas para darle la atención que exige, es ya un hecho latente y real. Se estima que un solo enfermo puede llegar a infectar a nueve personas.

No esperemos a vivir esta situación y lamentar el no haber hecho nuestra parte; protegernos es una obligación que ayudará a cuidar no solamente nuestras vidas sino también la de todas las personas que nos rodean.

Sólo el autocuidado nos librará de vivir un momento tan aciago y desgarrador como lo es el último adiós.

*Girardoteño, estudiante de noveno año de secundaria.

*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.