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Cabalgando (II Parte)

Cabalgando (II Parte)

Nuestro cabalgar nos llevó a la Ciudad Bonita, Bucaramanga. Nos encontramos con una urbe que ofrece una grata primera impresión. Nos permitió sentirnos algo extraños, fue pasar de lo rural a lo citadino, con múltiples ventajas y ofertas para el visitante.

Nos vimos obligados a buscar pesebrera en las afueras para Rocinante y el rucio. Por esto debimos apearnos para recorrer lugares interesantes de la ciudad, en donde nuestras cabalgaduras no serían bien vistas, aunque algo similar sucediera con nuestra apariencia.

Lo anterior es lo de menos.  ¡Cuánto ha crecido Bucaramanga urbanísticamente! En comercio, en turismo, pero sobre todo, un crecimiento más ordenado.  Ciudad de los Parques, y espacios culturales que fundamentan el orgullo del que hacen gala los bumangueses al hablar de su ciudad.

Debemos continuar por una ruta difícil para alcanzar el páramo del Almorzadero, e iniciar nuestro descenso hacia Pamplona. Con cierta nostalgia nos adentramos en su historia a través de calles y edificaciones con pasado.

Pamplona referenciada hace algunos años como la Ciudad Universitaria, pues una de sus fortalezas era la educación, tanto cualitativa como cuantitativa; fuerte destino de nacionales como de venezolanos.

Hoy los tiempos han cambiado, pero Pamplona conserva pilares que sostienen su pasado y sobre los cuales construirá su futuro.

Llegamos a Cúcuta, en otrora la pujante y sombreada capital motilona.  Se ha visto castigada por la situación del hermano país de Venezuela.  Difícilmente los seres humanos nos preparamos para las adversidades, así nos toquen tangencialmente, y menos previsivos son quienes tienen la responsabilidad político-administrativa de los entes territoriales.

Vernos inmersos en un pesado ambiente, donde la acogida y la solidaridad chocan con la desconfianza y el malestar que genera la presencia masiva de venezolanos, sumándose al caos normal en la prestación de servicios como el de salud y otros, gracias a la atención humanitaria que demandan los venezolanos.  No me vayan a tratar de xenófobo.  Pues no tendría presentación que un caballero andante sufra este tipo de animadversión. ¡No!

Cruzamos el puente internacional Simón Bolívar, y cada paso nos brinda un encuentro con la angustia, la impotencia, el desespero, la pobreza, el hambre y la incertidumbre de miles de personas que generaban en sus rostros, sin pronunciar palabras, « ¿qué será mañana?».

Es difícil ser ajeno e indiferente a lo que se encuentra a la vista de todos. No emitir juicios.  Pero tengo la libertad de dar opiniones sobre esta vivencia; la ausencia de alimentos, medicinas, empleo, educación a medias, transporte, etcétera.

Advierto, sobre la experiencia vivida, no pasamos de San Antonio; no nos sentimos capaces de avanzar.  Con lo visto, escuchado y vivido, consideramos que la realidad en nada es diferente en el resto del país.

Causa sorpresa en las informales conversaciones con personas de los más variados perfiles y en impensables escenarios, encontrar pensamientos y posiciones políticas que muestran un mapa con presencia de extremos, y uno que otro moderado o menos apasionado.

El camino por el cual pueden llevar algunos dirigentes a través de sus mal llamadas democracias, con contadas excepciones, van hacia la concentración del poder y la riqueza.  Ahí están sus límites, a toda costa llegarán a ese punto; unos más moderados en los tiempos señalados, pero el fin es el mismo; subyugar al pueblo, empobrecer al pueblo, condicionar cada vez la posibilidad de una educación de calidad.

Equivale esta pirámide, como ha sido dibujada desde hace muchos años, donde la base es cada vez más ancha (pueblo empobrecido, ignorante y sometido), y la cúspide más reducida (los privilegiados del poder y la riqueza).

Yendo muy atrás, un pensador griego dijo hace siglos, «El poder obnubila, el poder enceguece». Sí, el poder los convierte en voraces codiciosos, insaciables, dueños de toda verdad y virtud. ¡Definitivamente dictadores!

La izquierda o la derecha buscan llegar al mismo pedestal o mantenerse.  A mí me causa hilaridad ver como se aburguesan los dirigentes de izquierda; algunos comienzan a sufrir estas transformaciones en su paso por los sindicatos, discursos y actitud que les dura hasta que saborean y se envician con las mieles del poder. ¿Cierto Angelino?

Y de la derecha extrema, ¿qué decir? Cuando poco a poco vende los recursos del país, cuando poco a poco les aprieta la soga a los colombianos, gracias a decisiones que limitan cada vez su poder adquisitivo y acceso a bienes y servicios; se esfuma la posibilidad de una pensión digna, los servicios de salud cada día peor.

Sigamos como idiotas  y fanáticos útiles, comiéndole cuento a fariseos y falsos profetas que  con sus dotes histriónicas y sus mentiras contadas mil veces, son vendedores de falsas ilusiones, mitómanos consuetudinarios, maquiavélicos, melosos.  Que adoptan y dibujan escenas, en donde lloran y ponen a sus familias de escudos para generar compasión y convertirse en víctimas, los pobrecitos ángeles demoniacos. Suelen decir que son perseguidos, que se atenta contra su buen nombre, y lo predican auto ungidos de apóstoles.

Qué camino tomamos, las opciones pintan extremas. Hoy estamos jodidos, Sancho. Pero mañana será peor.

Reaccionemos, asumiendo las posiciones que correspondan. ¡Viva Colombia!

*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.