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Algo qué contar (Parte II)

Si bien es cierto mencioné el crecimiento urbano, desarrollo económico y posicionamiento a nivel nacional que alcanzó Girardot a partir de 1920 hasta la década de 1980, no guardaría la proporción debida y el reconocimiento merecido a un personaje que está fresco en la memoria de los girardoteños que hoy día son mayores de 40 años.
Sí amigo lector, me refiero a don Luis Antonio Duque Peña. Un hombre que empezó su carrera empresarial a los 30 años destacándose en el mundo de los negocios a través de su empresa de transporte de carga, Duque S. A. Y posteriormente con sus trilladoras y empresa exportadora de café a los Estados Unidos.
Invirtió luego en la construcción del Hotel Lago Mar El Peñón, logrando como él lo repetía, que unos potreros sin valor se convirtieran en el centro turístico más grande del país; poco después dio inicio al primer condominio de la región.
Don Luis incursionó en el mundo político, en varias ocasiones fue concejal, diputado y representante a la Cámara. Amigo personal de los presidentes Alfonso López Michelsen y Julio César Turbay Ayala.
Fue un hombre de gestión. Don Luis consiguió la apropiación de recursos para la construcción del Banco de la República, la Caja Agraria, el Sena, el Colegio Francisco Manzanera, la Terminal de Transportes, el estadio, la pavimentación de calles y avenidas, la consolidación de los servicios públicos, todo para Girardot.
Fue el primer alcalde elegido por voto popular (1988 - - 1990). Murió a los 83 años, durante los cuales argumentaba: “me siento satisfecho de cada instante de mi vida, pues a lo largo de ella Dios me dio la oportunidad de vivir en la pobreza, la riqueza y la abundancia, pero siempre manteniendo mi espíritu humilde y noble que me permite ayudar a mi comunidad ".
Con nostalgia recuerdan los girardoteños su gran personalidad y la entrega desinteresada porque la ciudad fuera cada vez mejor. Comentan muchas personas que la historia de Girardot se dividió en dos: antes y después de Don Luis Duque Peña.
Fue enemigo permanente de la corrupción y la deshonestidad, censuraba la deslealtad y la traición, en especial de las personas que políticamente proyectó y en las que depositaba su confianza, argumentando que dejaba en manos de Dios sus acciones.
Opinaba que el éxito de la administración pública se obtenía en la medida en que se aplicara a ella los principios de la empresa privada. Esta teoría la demostró con creces cuando como alcalde demostró ser un gran gerente.
Se respira un gran vacío en esta ciudad, como de orfandad, ante la ausencia del hombre cívico, católico, cariñoso, familiar, benefactor, líder, pero ante todo, el amigo.
¿Por qué traer a colación el personaje que hoy nos ocupa? Razones sencillas, recordar el pasado con gratitud y en homenaje a este ejemplar caballero. Algunos de ustedes pensarán que los homenajes se hacen en vida, pero otros pensamos "Que un pueblo sin memoria es un pueblo sin historia", y “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla".
La historia es punto de referencia sobre lo bueno y lo malo, acontecimientos, hechos o personajes relevantes por buenas actuaciones, o aquellos que en el caso de Girardot, dejaron huella de malos administradores, ególatras, caudillismo de medio pelo, mitómanos con sombras de corrupción, derrochadores de presupuestos, politiqueros de bajos instintos, olfato burócrata y uno que otro trepador social.
Hasta sus propios aduladores, y a veces cómplices, saben qué, y cómo han logrado sus fortunas.
No somos jueces para juzgar a fariseos, déspotas, manipuladores e insaciables. Pero amigo lector, cuánta nostalgia y desazón causa el saber que hubo un antes y un después de don Luis Duque Peña.
Quienes han pasado por el quinto piso en los últimos 40 años conocen mejor que nadie, que grado de responsabilidad le corresponde en el deterioro progresivo de Girardot.
La ciudad merece un alto en el camino, definir su rumbo, trazarle un norte a seguir por los próximos 40 años. Esperamos que la nueva administración corrija la desequilibrada brújula, la nivele y luche en el día a día por llevar la ciudad al anhelado y esperado norte, recuperando, proyectando y posicionando a Girardot en el sitial que se merece.
Señor Alcalde, está en sus manos la energía, actitud y acertadas decisiones; diseñar el camino que debemos recorrer para recuperarnos y consolidar las metas propuestas.
Existe hoy un Plan De Desarrollo que fija ese norte. Vamos, trabajemos mancomunados.
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