Columnistas
El Pastorcito (I Parte)

Querido Sancho, en el año 1605 se publica la obra de don Miguel de Cervantes, la misma que nos da vida como «personajes» protagonistas de maravillosas minihistorias.
Han transcurrido más de cuatro siglos, seguimos cabalgando, y aún hay perros que ladran a nuestro paso. ¿Pero sabes algo, Sancho? Muchos de esos perros hoy son lobos aulladores que se lanzan en jauría sobre las sombras de sus actuaciones; normalmente pasados recientes y oscuros. Buscando formas, mecanismos, estrategias, falacias, comprando conciencias y viviendo procesos de nunca acabar.
Además, hablando de lo mismo mi eterno amigo, sin importar el costo moral y devastador que le causan a quienes implican o utilizan como mamparas, testaferros, obedientes pendejos. Y en ocasiones la consanguinidad alcahueta y consciente que disfruta de los resultados económicos, producto de tan corruptas prácticas, que las tapan, cubren o se prestan para lograr propósitos truculentos, tramposos e hilvanados en la madeja de la corrupción, recibiendo dádivas de su «jefe», que se convierten en la compra de un silencio o mal llamada lealtad.
Sancho, esos nefastos «malos ciudadanos», se enriquecen a costa de los erarios, en donde la ambición, la codicia de la que hacen gala, no tiene límites. Pierden la vergüenza, el sueño (léase dormir), su desfachatez es a toda prueba; su fingida risa, su espontanea amabilidad, su «abrazoterapia», los muestran desprovistos de cualquier asomo de arrepentimiento. Pues su avaricia no tiene fin, va muy bien acompañada de su «Yo», convencidos, en este caso en especial, de que es el «elegido» para gobernar; bueno, dice él: «Mandar, ordenar, administrar», sinónimo, para él, de hacer y deshacer con los recursos públicos y la comunidad lo que le venga en gana. Y como no han de faltar los áulicos o lambericas arrodillados, incondicionales y rastreros que se venden por un tamal.
Eso empodera al reyezuelo que lo lleva a autoconvencerse que le hace un favor al pueblo por el que debemos quedar eternamente agradecidos.
¡Ciudadanas y ciudadanos de bien! No permitamos que este sátrapa continúe alimentando esperanzas en incautos, o sus bendecidos por los favores recibidos.
Montemos guardia y defensa sobre lo que nos es común.
Recordemos que ¡la Justicia tarda…demasiado! ¡Hecha la ley, hecha la trampa!
La similitud local con la situación nacional es la radiografía, no solo de los males que nos aquejan, es la aparición en escena de personajes de toda especie y nivel. Que cuando menos se piensa, comienzan a vestir de seda. Llegará el día en que como monos quedarán, pues con la misma velocidad que subieron, caerán.
Escuchar noticias diarias ya no es causa de preocupación; solo ratifican los alcances de la corrupción, dejando al descubierto que los ladrones de cuello blanco abundan y están bien posicionados en las diferentes esferas sociales y gubernamentales. Gracias a la inoperancia de la justica, complicidad o complacencia de unos pocos que hacen parte de la sal que corrompe.
Pancho, no como escribió don Miguel de Cervantes… ¡hagámoslo a nuestro particular estilo!
Desprevenido lector: En un lugar del Yuma, de cuyo nombre si quiero y debo acordarme, no ha mucho tiempo, gobiernan dos, convencidos de que son hidalgos, y lanza en ristre hacen y deshacen.
¡No más!, dijo Sancho. Ánimo, cuenta conmigo.
Y usted, desprevenido lector, todos a una sola voz: ¡NO MÁS!
Que el escándalo nacional de cada día, no teja un manto para olvidar la tragedia local y sus actores.
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