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Se terminan las vacaciones para algunos concejales...

Para poder analizar la situación política y administrativa de Girardot es necesario revisar a fondo el trabajo realizado por los quince concejales en este cuatrienio que termina el 31 de diciembre.
Porque claro, en este momento todas las luces y lentes se encuentran enfocadas sobre la plataforma desde donde siete candidatos a la alcaldía se disputan con toda clase de armas y herramientas (algunas menos honestas que otras), el quinto piso.
El mismo desde donde el primero de enero del 2020, el elegido, podrá observar por el ventanal que deja entrar la imagen petrificada de la catedral, toda la miseria y desgracia que en parte se le debe a la desastrosa estadía vacacional, venida desde muchos periodos atrás, de los que han presumido un escaño en el concejo municipal. Cobrando honorarios sin retribuírselos en servicio al municipio.
Aquí que cada quien se sitúe en donde le corresponda.
Claro, ya imagino la maledicencia de algunos, cuando leyendo esta columna sientan que su honor se les ha mancillado porque se les mira con lupa (aunque la verdad a varios se les debería observar con microscopio, por aquello del detalle).
Y sucede que se sienten intocables porque han malinterpretado la tarea encomendada por la ciudadanía. Algunos han preferido no entender, que la supremacía con la que se envalentonan luego de elegidos, es producto de su malcriado ego. ¿Es que acaso ellos si pueden despilfarrar el tiempo haciendo invitaciones triviales y sosas a presidentes de juntas de acción comunal; feriar exaltaciones y ejercer control político, muchas veces, al gusto de las mayorías, sin ser evaluados por el ciudadano que de alguna manera paga sus honorarios?
¿Acaso cabe duda de que la mayoría de los temas administrativos, políticos y financieros del municipio pasan por el centro vacacional del concejo municipal? ¿Acaso no es claro, que, visto desde lo general, la figura en si no le aporta nada al buen nombre, ni al crecimiento, ni al progreso de esta casi ciudad masoquista políticamente hablando?
Esa ausencia en cuerpo y alma de algunos concejales sería entendible, y hasta justificada, si no recibieran una retribución económica por el tiempo que permanecen en el recinto. Porque debe quedar claro que nunca se les ha pedido que hagan más de lo que deben; simplemente que trabajen en contraprestación por los honorarios recibidos.
Llegando a la pepa de la nuez, y hablando de honorarios recibidos, hay que decir que en el 2019 el valor de cada sesión está tasado en la suma de $304 812 pesos.
Hay que explicar que normalmente en cada sesión se tratan temas de control político, que deberían repercutir positivamente en el comportamiento administrativo del municipio. Pero también tienen la posibilidad los concejales, de acuerdo a la preocupación por su territorio y la capacidad para crearlos, de presentar proyectos de acuerdo que apunten a mejorar las condiciones generales de la casi ciudad y, por supuesto, de toda la comunidad, con algunas prioridades.
Pero como en el mejor de los guiones literarios sobre provincias bananeras, hay vacacionistas que llegan a cada sesión sin enterarse ni prepararse para el tema a tratar. Y, claro está, menos se esforzarán por presentar un proyecto de acuerdo para su aprobación; los conozco, con sotana y todo. Estas conductas reprochables desde cualquier perspectiva no cohíben a quienes las tienen, cobrar sin rubor los $304.812 por sesión.
De acuerdo a información recibida de la secretaría del Concejo Municipal de Girardot, durante el año se desarrollan 3 periodos, cada uno compuesto de 50 sesiones. Es decir, 150 sesiones por año; durante cuatro años, estamos hablando de 600 sesiones. Aquí no estoy relacionando las extraordinarias, que valga la oportunidad para decirlo, bien se podrían obviar en este caso puntual si el trabajo en las ordinarias fuera exigente y responsable. Extraordinarias en el 2019, se han adelantado hasta hoy 36.
Quiere lo anterior decir, por colocar un ejemplo, que este año debe finalizar con 186 sesiones, entre ordinarias y extraordinarias. Con cuentas rápidas se puede concluir que lo recibido por cada concejal durante el 2019, aproximadamente puede llegar a $56 695 032 pesos.
Para que ustedes pueden hacer la cuenta en casa, los valores por cada sesión de los años anteriores son los siguientes:
2016: $268 380 pesos por sesión.
2017: $283 811 pesos por sesión.
2018: $295 418 pesos por sesión.
Sumando los cuatro años, sin tener en cuenta las sesiones extraordinarias de los tres primeros años, la suma puede acercarse si mis cálculos no fallan, a los $183 836 382 pesos, por cada concejal.
Como pueden empezar a comprender, no estamos hablando que por sentarse durante cuatro años en el “recinto sagrado del concejo” se ganan una bicoca. No, estamos hablando de decenas de millones de pesos. Que, trabajados en beneficio de Girardot, bien ganados son.
Luego de esta pequeña introducción tediosa pero necesaria, ¿me creerían si les digo que durante los últimos cuarenta y seis meses el número de proyectos de acuerdo de iniciativa propia presentados por los 15 concejales, llega a la exuberante cantidad de seis (06)?
De acuerdo a la información suministrada por la Secretaría del Concejo Municipal, se deduce entonces que existen cinco concejales que durante casi cuatro años no presentaron un proyecto de acuerdo por iniciativa propia (Farid Rodríguez Hennessey, Levis Endo Barrera, Alex Castellanos, Natalí Aguirre Amórtegui y José Javier Herrera Huertas).
Y como si lo anterior no bastara, y hablando de otros tópicos, en varias ocasiones que son invitados o que deberían asistir por conocimiento del tema, por tratarse de aspectos importantes y necesarios para Girardot, no asisten. Lo más reciente ocurrió con la audiencia pública desarrollada alrededor de la propuesta de convertir a Girardot en Distrito Turístico y Cultural. Ningún concejal llegó.
En este punto es el momento de presentarle disculpas públicas al presidente del concejo, Víctor Pinzón, por no haber tenido la rigurosidad de explicar su ausencia, en la noticia que sobre el tema publicamos en Plus Publicación el 12 de octubre. Entiendo que su ausencia en el Teatro Cultural fue porque se encontraba incapacitado. El hecho de no haber consultado con cada uno de los quince concejales por qué no pudo asistir a la audiencia pública, no me exime de este acto de respeto.
No obstante, presentadas ya las excusas, considero que como presidente de la corporación tenía la opción de encomendarle la tarea a alguno de los dos vicepresidentes de la corporación, o a algún emisario de su entera confianza para que a través de uno de ellos transmitiera su posición y aportes al proyecto presentado. Porque ya próximo a finalizar su periodo, dudo mucho que sus ocupaciones le permitan en el futuro aportar al fortalecimiento de esta y otras ideas. De hecho, en el tema principal que trato, únicamente aparece con un proyecto de acuerdo “colectivo”, en donde lo acompañan nueve concejales más.
Sé que hay más puntos para revisar y analizar. Pero este de los proyectos de acuerdo por iniciativa propia siempre me ha interesado por la importancia que representa en la construcción de ciudad. Cada concejal conoce sus esfuerzos y sus aportes como para saber si realizó o no la tarea encomendada para la que lo eligieron.
No es el momento de salir a elegir el 27 de octubre influenciados por las pasiones y los afectos. Debe entenderse que lo que se decida permanecerá durante cuatro años consecutivos acompañando la administración del alcalde ganador. Continuar señalando a los demás como los responsables de este retroceso in crescendo, ya no es opción.
La opción es pensar para votar, y no votar para llorar.
Fuente: Secretaría Concejo Municipal de Girardot.
*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.