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El bazar de las Políticas Públicas en Girardot

Llama la atención que, prácticamente a dos meses de finalizar el año, la Administración Municipal se haya motivado a formular la Política Pública de Cultura, cuando ni siquiera se preocupó por que el Consejo de Cultura funcionara, y luego de terminada su vigencia un año después, no se haya interesado en lo más mínimo por realizar la convocatoria para conformar el Consejo de Cultura que debería acompañar al nuevo alcalde o alcaldesa a estructurar su programa de gobierno.
Y claro, llama la atención, porque el equipo de consultoría externa presentado por el Instituto Municipal de Turismo, Cultura y Fomento (IMTCF) entrega una invitación abierta, por cierto, pésimamente presentada, sin priorizar en quienes diariamente bregan con y por la cultura en Girardot; hablo de artistas, escritores, gestores culturales, exconsejeros de cultura, académicos, que es con quienes se debería iniciar el diagnóstico.
Diagnóstico que entre otras cosas se realizó a inicios del 2020 a través del IMTCF, en cabeza de la «directora del área misional», Angélica Araujo Lemus. Entrecomillado, porque fue otra de las excentricidades que intentó implementar Lozano, como si decorar el nombre de los cargos fortaleciera el turismo y la cultura de la casi ciudad.
Volviendo al tema del equipo de consultoría, tuve la oportunidad de entablar un corto diálogo con ellos el jueves 19 de octubre en el salón comunal del barrio Santa Rita, cuando comenzaron la reunión casi una hora después de lo anunciado, con la presencia de no más de siete personas, ninguna, que recuerde, vinculada directamente con la cultura.
Llama la atención, porque para darle viabilidad a esta o a cualquier Política Pública debe ser aprobada por el Concejo Municipal, lo que en este caso es poco probable, ya que en las sesiones de noviembre no creo que exista tiempo para ello; sin saber, además, cuántos concejales se encuentren dispuestos a acompañar al alcalde en sus últimas maniobras. Esto significa, entonces, que el alcalde entrante tendrá la decisión de continuar o no con el proceso, lo que pone en evidente riesgo los $70 millones que le vale a la casi ciudad un trabajo hecho a la carrera; ninguna Política Pública se formula en tres meses.
Por lo mismo llama la atención que sí existan $70 millones para asumir a contrarreloj una empresa tan importante, pero que en cambio no haya habido durante tantos años dinero para la conformación de una banda sinfónica; para renovar instrumentos de la banda musical y de marcha; para la conformación de un grupo de teatro que pertenezca de verdad a la casi ciudad; para el fortalecimiento y creación de nuevas escuelas de formación. O para invertir en la infraestructura del Teatro Cultural Luis Enrique Osorio que se cae a pedazos, y ya tiene huerta casera en su puerta de entrada.
Llama la atención, porque las Políticas Públicas, entre otros muchos conceptos, están enfocadas a «solucionar o prevenir una situación definida como problemática», y no para eliminar problemas a través de retórica y párrafos ampulosos, por el contrario, deben ser útiles para modificar positivamente el comportamiento de los actores relacionados con el problema. Lo que quiere decir, que es inútil una Política Pública de Cultura en Girardot si los encargados de presidir ostentosos cargos y orientarla, no tienen ni idea de cómo se escribe cultura, sin con ce, con cu, o con ka.
En síntesis, se empieza a formular una Política Pública de Cultura con personas que desconocen sobre el tema; en tan corto tiempo, que no permitirá que el Concejo Municipal la apruebe, lo que significa que existe una alta probabilidad de que esos $70 millones de malgasten; desconociendo nuevamente la importancia de los exconsejeros de cultura, y posiblemente diez errores más.
¿Cuántas Políticas Públicas express formulará más esta Administración?
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