Columnistas
Legados milenarios

Consciente o inconscientemente, por años he acariciado el recuerdo de mi madre, joven, espléndida, con su vitalidad a flor de piel, entre bordados y tejidos; veía en mi primera infancia, cómo de sus manos amorosas surgían patines y sacos de lana, primorosamente tejidos; camisitas bordadas con delicadeza, igual que fundas y tendidos de frescas y finas telas; baberos y mitones, pañales y todo un ajuar, con esmero elaborado. Esas labores anunciaban que nuestra familia ya era más grande. Había esperanza, fe, alegría, paz. Mi padre la rodeaba de tranquilidad, amor y ternura; vigilaba su descanso y su sueño, sin descuidar para nada sus comidas y menos sus antojos. Así vi nacer a mis hermanos. Nada se improvisaba, nada se descuidaba.
Los padres de antaño eran ejemplo de planeación, de dedicación y paciente espera, sobre todo las madres, imperturbables frente a la llegada de la anhelada maternidad. Creo que fue una bendición no tener la complicidad de la tecnología, porque nos permitió disfrutar cada día de esa etapa: del advenimiento de un nuevo miembro de la familia sin apurar los pasos, confiando en la seguridad de nuestro hogar por la confianza que nos infundían nuestros mayores. Todo era perfecto y lleno de bondad.
De pronto, se me antojó, que ese patrón se reproduce en todos los procesos de formación del universo y del mundo, de las distintas entidades que integran a uno y otro. Veo cuánta paciencia y tiempo ha tomado la gestación de la tierra, de mi planeta. Nada es espontáneo.
¿Cómo y cuándo apareció el ser humano sobre la tierra? Divididas las creencias entre evolución y creación, para nuestra mente limitada en tiempo y espacio, cualquier posición filosófica nos enmarca en un lapso aproximado, según los científicos en más de 100.000 años de presencia del ser humano sobre la tierra; en tanto, sostienen que la edad del planeta oscila entre 4.500 a 5.000 millones de años.
Los partidarios de la creación, fincan su creencia en la narración del Libro del Génesis, que ilustra cómo amorosamente, día tras día durante una semana, la Inteligencia Suprema cuidó cada detalle; después de anular el caos, empezando por la luz, vio Dios que la luz era buena, y así sucesivamente la Palabra ordenaba cada nuevo elemento, y veía que era bueno y se satisfacía de su obra. Entonces aparecieron los astros, el agua, las aves, los peces, la hierba, y animales según su género y según su especie y todo mereció su aprobación: era bueno… para que al final emergiera el ser humano, con la potestad de enseñorearse de todo lo creado.
Gran responsabilidad se le delegó y cómo hemos tenido que lamentar a lo largo de la historia el protagonismo de un ser humano destructor, pendenciero, violento, codicioso.
Efectivamente el Génesis dibuja el cuidado y el esmero que encierra cada ser viviente en su diseño. No puedo ocultar la emoción que despierta en mí el árbol que magnánimo se yergue en medio de la llanura, frondoso, rodeado de una gran sequía, prodigando sombra a su alrededor. Así, pueden pasar de 25 a 50 años, dependiendo si son acacias o cítricos, pero hay unos verdaderamente longevos como los pinos que superan los 4.600 años; aunque otros como la secuoya tiene una esperanza de vida superior a los 4.000 años, sin dejar rezagados al baobad, al roble, al olivo o al ciprés.
Y no necesito volar muy alto para imaginar cuán añosos eran los árboles que arrasaron apenas el mes anterior en la Amazonia, definida como uno de los puntos del planeta que cuenta con mayor diversidad en plantas y en animales. Inimaginable cuánto se puede haber perdido en cerca de dos millones de hectáreas arrasadas de forma deliberada e inclemente con el cuestionable destino de la agroindustria, en detrimento de los ecosistemas que la habitan, de las poblaciones indígenas que la circundan y en perjuicio de toda la humanidad.
No voy a ahondar más en el dolor de los ambientalistas ni a comentar lo que ya muchos han denunciado sin que sus palabras hubiesen tenido eco en esas conciencias cauterizadas por la ambición y el afán de lucro, porque estos depredadores no están pensando en convertirse en despensa para saciar la hambruna del mundo, sino en llenar sus bolsillos. La naturaleza por si sola merece respeto, independientemente de nuestra necesidad y beneficio. Cada ser vivo está revestido de la dignidad y majestad que nuestra estulticia le ha negado.
Creo que ahora nos toca a nosotros, hacer reservas a la medida de nuestras posibilidades, para tratar de frenar el cambio climático. Si hace un mes se decía que aunando esfuerzos, con políticas serias como eliminar el uso de plásticos de un solo uso, en 11 o 12 años podríamos recuperar una parte de la capa de ozono ¿Cuánto no habremos perdido con esos incendios de más de 20 días en la Amazonia y en diversas regiones inclusive de nuestro país?
Mi llamado es a proteger el verde a como dé lugar; reservas verdes por doquier. Invitar en primera instancia a los arquitectos a incluir en sus proyectos urbanos árboles; que la primera estrategia de construcción no sea sobre la tierra arrasada y deforestada. Que los árboles hagan parte no solo del paisaje, sino también de la estructura de centros comerciales, unidades residenciales, urbanizaciones hospitales, universidades, estadios, parques, avenidas…los necesitamos por doquier, porque el aire lo vamos a necesitar siempre.
La gestación en las diferentes especies tiene distinta duración. ¿Cuánto nos tomará reforestar y recuperar lo que hemos quemado? ¿Lo que con tanto esmero y cuidado pusieron Dios, o la Madre Naturaleza, la Vida, la Energía, la Materia, la Evolución o quien quiera que haya sido, o que nosotros creamos? ¿Debemos esperar otros 4.500 millones de años para que esa selva virgen se reproduzca? ¿No será que ya hay hábitats irrecuperables?
Las temperaturas altas que estamos padeciendo son causa directa del calentamiento global que niegan Trump y Bolsonaro, lo cual hace que las lluvias sean menos frecuentes, pero a la vez más intensas aumentando el nivel de las inundaciones.
Al calentarse el agua de los océanos se descongelan los glaciares y se ponen en riesgo esos ecosistemas, con proclividad a las inundaciones; al desaparecer los glaciares muchos osos polares han ido muriendo y cada ecosistema pierde su equilibrio; el nuestro se encuentra bastante alterado y deteriorado, con el agravante que el aumento del nivel del mar hace que nuestras ciudades estén cada vez más cerca de la costa.
Las temperaturas altas inciden también en la propagación de enfermedades tropicales como el mal de Chagas, el dengue y la malaria. A eso podemos agregar que se pone en peligro la producción de alimentos con riesgo para la vida y la economía de los productores por las pérdidas que ocasiona y el encarecimiento de los precios para los consumidores. Unos y otros se perjudican.
Se han diseñado diversas estrategias para contrarrestar el efecto invernadero y la falta de voluntad política de los gobernantes de países mercantilistas.
- No en vano nuestras ciudades están aumentando el número de ciclo rutas, porque se aconseja disminuir el uso de vehículos dadas las emisiones del CO2, siendo aconsejable inclusive caminar, pues resulta también muy saludable.
- El reciclaje es muy buena opción para que no haya que emplear más energía en la producción, por ejemplo de latas de aluminio o de papel, reciclando papel periódico.
- No dejar enchufado el cargador del móvil y no poner muy alta la calefacción. Comparando bombillos de bajo consumo.
- Empleamos menos agua si solo nos duchamos que si nos bañamos.
- Al comprar un carro nuevo debemos elegir un modelo pequeño y eficiente.
- Apagar luces, radios, televisores, cuando no los estemos utilizando. Nada debe quedar en *standby. Además ahorramos dinero en el pago de energía.
- También colaboramos a reducir el calentamiento global, cuando hervimos solo el agua que necesitamos para las bebidas calientes y evitamos hervir agua de más, que terminará fría.
- Que sea un compromiso además de todo lo anterior: sembrar un árbol, aunque deberían ser 5, porque 5 árboles pueden absorber hasta una tonelada de CO2 a lo largo de su vida.
“Sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;…” Romanos 8:22
* Consumo en espera de diferentes aparatos electrónicos.
*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.