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La Supersalud: sin capa ni superpoderes

Lo que los castigados usuarios de las diferentes EPS de Girardot no imaginaron fue que la Superintendencia de Salud, para este caso la SÚPER salud, después del despliegue mediático que realizó anunciando su visita, arribara a la casi ciudad sin capa y sin superpoderes.
Así se dejó ver ante cientos de personas que llegaron hasta la plazoleta de la Alcaldía municipal, enfrente al parque de banderas ̶̶ sin banderas ̶̶ , para encontrar una respuesta a sus problemas de salud que se acrecientan y se agravan ante la deshumanización e incumplimiento de compromisos adquiridos por parte de la mayoría de las EPS, pero también por la inutilidad que representó para muchos de ellos la presencia de la Supersalud, que en este caso en particular, dejó su capa y superpoderes olvidados en quién sabe, qué rincón de sus oficinas.
Para varios usuarios urgidos de respuestas positivas fue una mentira, una farsa, un caso perdido, «una estupidez», como lo señalara explícitamente la señora Esther Arias, una de las afiliadas, la presencia de personas con el uniforme de la Súper, sin poder de decisión, sino actuando ridículamente como centinelas que rondan de un lado para el otro, pero sin autoridad, sin voz para imponerse y hacer cumplir los derechos de los pacientes que inventariados como cosas, utilizados como mercancía y desvalorizados como un cero a la izquierda, ven con preocupación, pero también con impotencia, de qué manera se va minando, mermando, deteriorando su salud y agotando su vida o la de sus familiares enfermos, porque, al parecer, ni la misma justicia logra amansar a estos «grandes empresarios» que a toda costa insisten en ser los dueños absolutos de la salud y de la vida en Colombia.
Así lo expresaron varios de los asistentes al lugar, que se sintieron burlados al llegar al sitio y encontrar que las personas que iban a recibir sus quejas y exigencias eran las mismas que diariamente en la oficina de cada una de las EPS, niegan, rechazan, prorrogan, postergan, aplazan, envolatan las esperanzas de pacientes, muchas veces críticos, que salen de las dependencias con más preocupaciones que con las que llegaron.
Y se entiende la reacción de los torturados y castigados usuarios, tanto subsidiados como contributivos, porque es la refrendación de lo absurdo, que una entidad con todos los poderes, sobre el papel, como la Superintendencia de Salud, llegue a una jornada como esta únicamente a rondar, o como diría el alumno desaplicado, «a hacer presencia». Mientras que, en la teoría, se dice que es una entidad que inspecciona, vigila y controla, con un agregado importantísimo: que puede ordenar correctivos y aplicar sanciones a las entidades que incumplan la ley. Seguramente fue esto último lo que más atizó los ánimos de muchos de los usuarios; la pasividad e intranscendencia del ente al que la ley le ha otorgado todas las facultades para actuar en defensa de los afiliados de todas las EPS del país.
Anécdotas, todas las inimaginables, aquí una, por si acaso. Un paciente le comenta a una de las representantes de la Súper, que llegó sin capa ni superpoderes, la criticidad que se presenta en la entrega de medicamentos. La respuesta fue corta, sencilla y palmaria, casi brillante: ¡Yo lo sé! ̶̶ dijo ella ̶̶ , ¿no ve que también soy usuaria?
Por lo que se escuchó y vio en el Salón de la Justicia (sitio en donde se reúnen los Súper Amigos), pocos fueron los que recibieron soluciones a sus necesidades. Los demás, simplemente repitieron su tragedia, por quien sabe cuántas enésimas veces, como un cuento de terror de nunca acabar.
Ante tal maremágnum que es el pésimo servicio de la salud en Colombia, algunas autoridades quieren despertar admiración y ser merecedores de agradecimiento reportando toneladas de usuarios y quejas atendidas, pero con un miligramo de soluciones entregadas.
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