Radio de Acción

¡AquyToy es todo lo que soy!

Pero el ansia de independencia trae consigo algunos sacrificios y esfuerzos, que como en el caso de Angélica y Tulia, dejan al descubierto de qué se está hecha: alternaban su nuevo negocio de agencia de viajes, con la entrega de correspondencia a $500 pesos sobre. Empezaron en una moto C70 viajando desde las cuatro de la mañana, hasta el municipio tolimense de Prado si era necesario.

¡AquyToy es todo lo que soy!

 

— ¿Tulia?

— ¡AquyToy!

— ¿Angélica?

— ¡AquyToy!

Así, como se comunican nuestros campesinos en medio de las montañas y planicies de Colombia, Tulia y Angélica decidieron que se llamaría el sueño de sus vidas. Al que le dedicarían cada minuto de su tiempo para ayudar a construir no solo su proyecto económico, sino una verdadera ciudad en donde puedan vivir decentemente los girardoteños.

Luisa Angélica Flórez Torres es, lo dice ella con una carcajada, «nacida, criada y gamina del Alto de la Cruz». Tecnóloga en Gestión Comercial y de Negocios.

La cuota valluna la pone Tulia Elsy Sánchez Mazuera, oriunda de Tuluá. Se siente adoptada por Girardot hace 18 años: «Me quedé, me gustó mucho el clima, su gente, esa historia que empecé a averiguar en el Banco de la República».

AquyToy es para estas mujeres una base de emprendimiento a través de la cual se maneja turismo, cultura y gastronomía. Reconocen, con la sencillez de siempre, que « hemos querido hacer algo con y para Girardot.  Cultivar el sentido de pertenencia, la identidad de Girardot […]».

En el periodo de inactividad del negocio turístico, su restaurante es uno de los veintisiete (27) que han sido reconocidos por la Secretaría de Salud, con el aval del Ministerio del Interior, como uno de los que cumplen con todas las medidas de bioseguridad en el municipio.

DE EMPLEADAS A EMPRESARIAS

Esta historia comienza desde cuando ambas trabajaban para una empresa financiera que dentro de su portafolio ofrecía servicios turísticos a sus afiliados. Al vender el paquete, algunos de los viajeros «exigían» en sus excursiones la compañía de estas dos mujeres.

La alegría y gracia de Tulia, complementadas con el orden y la planeación de Angélica lograron esa empatía que terminó en la creación de una empresa dedicada al turismo. Al fin y al cabo, si tenían que acompañar a sus clientes a todas las giras, pero pagando de sus bolsillos, por qué no formar su propia agencia de viajes para que la inversión entrara directamente a sus activos.

Ellas interpretaron desde el primer momento, como vendedoras natas, que los afiliados, todos ellos profesionales, exigían un servicio de alta calidad por el valor que pagaban. Por eso tal vez, una decena de ellos se dejó cautivar con las atenciones y la vocación de servicio que Angélica y Tulia les ofrecían, convirtiéndose más adelante en sus padrinos y promotores incondicionales.

« Así fue que por el clamor de doce personas, entre ellas el doctor Gonzalo Jiménez y toda su familia, nos impulsaron a hacerlo», recuerda con emoción Tulia.

Y la memoria continúa rebobinando como si hubiera sido ayer el momento: «Empezamos con Angélica: bueno, hagamos un viaje. El primer viaje que hicimos fue a los termales de Tabio. Trajimos un bus hermoso de Bogotá, panorámico, lo mejor, porque estábamos tratando con profesionales. ¡La sacamos del estadio con ese viaje!».

Por supuesto, con el «voz a voz» de Los Doce Apóstoles, como llaman ellas a sus mentores, a los dos meses de haber iniciado el negocio en la sala de su casa renunciaron a ser empleadas, y emprendieron juntas su viaje como independientes.

Pero el ansia de independencia trae consigo algunos sacrificios y esfuerzos, que como en el caso de Angélica y Tulia, dejan al descubierto de qué se está hecha: alternaban su nuevo negocio de agencia de viajes, con la entrega de correspondencia a $500 pesos sobre. Empezaron en una moto C70 viajando desde las cuatro de la mañana, hasta el municipio tolimense de Prado si era necesario.

No cesan de mencionar a la familia Jiménez Oliveros: «Ellos doce comenzaron a hacer la publicidad de Aquytoy, sin pedírselo. Simplemente porque vieron el ímpetu, el carisma y el emprendimiento de nosotras dos.  La responsabilidad y respeto hacia la gente».

UN MUSEO EN GIRARDOT

Los viajes traían algo particular, a medida que se visitaban poblaciones se encontraban conceptos de atractivos turísticos que Girardot podía mejorar, o que no tenía. Eso ocurrió con la historia de los museos.

A medida que «Empezamos a viajar, y a los pueblitos más pequeños que íbamos, y a los más recónditos del país, veíamos que tenían dos o tres museos. ¡Agua de Dios que tiene ocho!».

Esa fue la razón para que después de dejarse tentar por el negocio del turismo, la creación de un museo hiciera parte del proyecto. De hecho en cada una de las excursiones se contrataba la entrada a uno de ellos «para que nos cuenten la historia de la región».

Convencidas de que podían lograrlo decidieron impulsarlo, además porque « […] hombre, llegábamos a Girardot y no había quién contara la historia […] el mismo ciudadano habla mal de Girardot».

Y continúan emocionadas como si lo estuvieran planeando nuevamente: «Empezamos a soñar con un sitio grande para tratar de moldear cómo lo íbamos a decorar, cómo íbamos a hacer para empezar a contar la historia de la ciudad, que es muy emocionante. La historia de Girardot es impactante en el desarrollo económico y turístico del país. ¡La gente no lo sabe, mi girardoteño no lo sabe!».

A cada uno de sus amigos lo invitaron a participar en la creación del « primer museo histórico en la historia de la ciudad», como lo nombran ellas.

Dicen que la gente se movilizó de una manera impensable. Empezaron a llegar toda clase de fotografías, libros, antigüedades, radios, grabadoras. Tanto así que de todo lo que allí hay por lo menos el noventa por ciento lo donó la gente, señalan en honor a la verdad.

Casi simultáneamente comenzaron con el salón de Reviche, lo que traducido al castellano significa, «Reunión de Viejitos y Viejitas Chéveres». De allí surgieron ideas como las del karaoke, obras teatrales, clases de tango, de bordado, con las que trataban de abrir un nuevo espacio en un medio que como el de Girardot, las actividades culturales son escasas.  

Con la artesanía es un poco diferente: en cada viaje que Angélica y Tulia emprendían compraban la artesanía autóctona de la región para decorar su casa. Pues no, terminó siendo parte cultural y estética del negocio.

UN SUEÑO PARA TRES

Los primeros pasos, y las primeras emociones luego de que decidieran que la sala de su casa era insuficiente para AquyToy, fue un local pequeño decorado con bambú y muy artesanal en el Hotel San Germán. Lugar icónico de la ciudad ubicado a pocos metros de la vía férrea, exactamente al frente de la antigua estación del tren.

Inauguraban su agencia de viajes el 3 de diciembre de 2007.

Hasta allí, en un día de esos que no se borra sino con la muerte, llegó el médico Gonzalo Jiménez. Por alguna razón se enteró de que andaban buscando un local mucho más grande que tuviera el armazón para acomodar sus sueños.

— ¡Muchachas!, me contaron que están buscando casa.  ¿Qué están haciendo, qué están planeando…en qué se metieron?

Intrigado él, y emocionadas ellas, se sentaron a contarle su nueva historia en el también icónico bar La vieja guardia, igualmente en zona ferroviaria.  Apurando cada uno tres cervezas frías que ayudaban a colocar las ideas en perspectiva.

El sueño era ¡perfecto!, pero algo no ayudaba, los inmuebles en arriendo o en venta que hasta el momento gustaban, eran costosos. Pero no fue motivo suficiente para que el médico exclamara al escuchar la historia:

— ¡Me gusta!

Habrían transcurrido dos o tres semanas cuando sorpresivamente llegó a sus oficinas y les dijo:

—Caminen, vamos a mirar la casa. ­­­ -Inolvidable 2012-.

La vivienda «Estaba desocupada, vuelta una nada.  Llamamos a la señora, la señora vino, nos mostró la casa; él y su familia la negociaron para alquilársela al proyecto de AquyToy».

Mejor dicho, la familia de Gonzalo Jiménez compró la vivienda para que allí pudieran poner a volar la imaginación Tulia y Angélica. Ni más ni menos, por todos esos esfuerzos y complicidad en sus proyectos y sueños consideran al patólogo como su papá.

TIEMPO DE GASTRONOMÍA

Para Tulia, Angélica es una excelente chef, la gastronomía ha sido uno de sus sueños, le encanta la cocina y tiene una sazón extraordinaria, dice ella. De hecho les fue muy bien cuando tuvieron su salón de eventos.

Miren cómo es de caprichosa la vida. El proyecto más joven y reciente, por las condiciones del mercado y por todas las limitantes alrededor del turismo, es el que hoy en día funciona. Y no solo con el reconocimiento de la autoridad municipal sino con el prestigio que le endosan sus clientes que van aumentando día a día: el restaurante.

Ya habían obtenido experiencia dos años atrás, antes de que llegara este obstinado virus. Pero después de una interminable cuarentena, y con la agencia de viajes inactiva hasta quién sabe cuándo arremetieron valientes con la alternativa de la gastronomía.

Entonces, no fue abramos y hagámosle. Fue sentarse juiciosas a modificar algunos aspectos internos del negocio, y lo más importante, implementar los mecanismos y los procedimientos necesarios para que los comensales en el sitio, o a domicilio, tengan las más altas garantías de protección y bioseguridad.

Convencidas de su responsabilidad se inscribieron para integrar el plan piloto de restaurantes en Girardot en el mes de julio, y lo vienen haciendo con toda la seriedad, disciplina e innovación del caso.

Ellas mismas instalaron los brazos mecánicos para las puertas de los baños, construyeron con madera los pedales para utilizar el lavamanos y las cisternas; restringen sin excepción el acceso al comedor de quienes ya salieron; recuerdan lavar las manos antes de utilizar las mesas; continúan tomando la temperatura; desinfectan cada mesa una vez utilizada.

Y si de la cocina hablamos, hay que decir entonces que el espacio físico y la responsabilidad con la que las señoras hacen su trabajo salta a la vista.

Así van caminando inseparables Tulia y Angélica. Apurando cada trago de vida entre las visitas a la plaza de mercado, la organización del restaurante para las doce del día, los domicilios, los proyectos que llegan y los que están por venir. La añoranza de los viajes; los intercambios culturales; el corre, corre del negocio; la obsesión inagotable de una Girardot cívica y ecológica. 

Estas guerreras modernas, emprendedoras e innovadoras, parece que llevaran impreso en su corazón como grito de lucha: ¡AquyToy es todo lo que soy!