Columnistas
¿Qué pasa con las manifestaciones sociales en Colombia?

Con lo sucedido el martes primero de octubre de 2019 en Ecuador, medidas económicas como la eliminación de subsidios a los combustibles, reducción de salarios hasta en veinte por ciento, recorte de vacaciones de treinta a quince días, aporte de un día de salario y contribución de empresas con ingresos mayores a diez millones de dólares, desataron fuertes protestas y paros en rechazo al decreto; fueron partícipes consumidores, trabajadores del sector transporte, indígenas, extranjeros y encapuchados.
Después de muchos días de lucha el presidente toma la decisión de derogar el Decreto 883 para eliminar los subsidios al combustible. Ecuador retorna de nuevo a la normalidad pero el sector económico se manifiesta en retroceso frente a las deudas.
Hago referencia a este caso, ya que me llama la atención, no solo hablando de Ecuador sino de otros países, en donde los fenómenos sociales vistos como la lucha social y las manifestaciones tienen un gran impacto ante el gobierno; por alguna existente causa en Ecuador, una de las razones más sonadas es el respeto por los indígenas. Pero entonces, recuerdo todas la manifestaciones que se han originado en Colombia frente al inconformismo, ¿qué sucede en Colombia? ¿Por qué no tiene efectos positivos para derrocar algo con lo que no estamos de acuerdo?
Por ejemplo, en la pasada manifestación del diez de octubre en Bogotá, para rechazar el uso indebido de la fuerza pública en anteriores manifestaciones de las universidades, falta de garantías del derecho a la protesta y financiación insuficiente para las prioridades de las instituciones públicas, actos de vandalismo se tomaron de nuevo las calles, ocasionando la afectación de los espacios públicos.
Según el Director de la Policía Nacional, general Óscar Atehortúa, manifestó que «Sabemos que hay un par de grupos caracterizados. Uno es el JM19, que tienen las características y el adoctrinamiento para realizar actividades vandálicas». Aclarando que estas personas no tienen nada que ver con el objetivo de los estudiantes.
Me remonto a este fenómeno partiendo de que más que una lucha por el poder, es la dominación que tiene el gobierno y grupos armados sobre el pueblo. Pienso que los liderazgos y la apropiación por cada movilización se debilita al evidenciarse en ciertos casos intenciones escondidas para manipular y tomar riendas de las protestas; también es visto el conformismo cultural y la mano dura de movilizaciones externas que aprovechan estos sucesos para irse en contra de los líderes sociales y obtener su grupo social para seguir su marcha triunfal.
Por ende, los efectos en su mayoría no han de ser efectivos; por no decir que rotundamente ninguna lucha ha servido. Pero más que eso, es la percepción de los que se quedan en casa observando o escuchando las noticias: siempre se ha de ver la opresión cuando llega la fuerza pública frente a los estudiantes, y solo muestran a los estudiantes siendo los «malos» del asunto, o viceversa. Con controversia por evidenciar que es la fuerza pública quien maltrata al pueblo, y para volver con la manipulación, personas infiltradas de dichas movilizaciones que aprovechan estas protestas para hacer de las suyas, entonces, se sigue con una sed de dominación frente al mismo pueblo.
Pienso que la falta de participación en la resistencia sobre algún inconformismo en el país es por el miedo, la pérdida de identidad y solidaridad social. Se han satanizado las movilizaciones sociales porque cuando se proponen marchas pacíficas, en la mayoría de casos terminan con graves consecuencias. Las personas por más que se sientan insatisfechas se resignan porque hipotéticamente piensan en su bien individual, en no salir lastimados y en esperar que ya todo se calme, según lo que la masa de medios le brinda a sus espectadores.
Estamos siendo gobernados por muchos años y elegimos las promesas que no han de ser más que temporales; nos acostumbramos a una estructura y ha sido socialmente una de las consecuencias graves que le puede suceder a un país, conformarse en su mayoría.
*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.