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La decadencia de Girardot (Tercera parte)

La decadencia de Girardot (Tercera parte)

«La ambición económica y la voracidad personal de algunos, de manera irresponsable, relegan sus obligaciones político-sociales, y pierden la razón y el horizonte de sus deberes». Raúl Benoit- 2011.

Una involución social, comercial, cultural, deportiva, urbanística, emprendió el villorrio por la senda de un destino que en dieciséis años acabó con su prestigio y lo hundió en la nefasta involución.

Y ahora ¿quién podrá enderezar su rumbo? ¿Quién detendrá su vertiginosa caída? ¿Quién le fijará un norte promisorio, planeado, ordenado y consecuente con los sueños y esperanzas de quienes aman, reconocen, valoran y dimensionan sus aún vivas potencialidades de este terruño?

El gerente de la empresa de aseo, que se las da de empresario, siendo empleado, que inundó la ciudad de basura, porque ese es el papel que terminarán representando las cientos de llantas que el arrogante gerente «manda» a pintar; «manda» a instalar en calles, avenidas y parques. Criaderos de zancudos. ¿Cómo será cuando lleguen las lluvias?

Revisen los reportes de la Secretaría de Salud sobre los casos de zika y chikungunya.  Echen una mirada sobre el estado, hoy en día, de la gran mayoría de esas llantas, y ¿será que debemos esperar varios años para pedirle al señor Bonilla, que se las lleve para una ciudad cercana que él conoce mejor?

Para finalizar el tema de este protagonista de novela, pues no oculta ese afán, ¿qué tal el horrible y atrevido mural que patrocinaron en el sector conocido como «La Playa», con ese sí, empresario?

Ese lugar es patrimonio, por una sencilla razón: forma parte del ferrocarril de Girardot, como bodega y todo aquello que sea o haya sido línea férrea y construcciones. Tales como estaciones, bodegas, casa del jefe de estación, etcétera, etcétera.  ¡Son patrimonio!, no alterable.  Así ese inmueble sea, o haya sido propiedad de un cuñado del expresidente Pastrana, no se puede restaurar, y menos alterar, sin un concepto técnico y la supervisión del Consejo Nacional de Monumentos, del Ministerio de Cultura. ¿Cómo lo ve Sancho?

Cambiemos de espacio, Parque Bolívar; antes conocido con el nombre de Parque Sucre.  Arborizado, amplia biblioteca, hermoso obelisco, cómodas bancas y hasta un estadero frente a lo que hoy es el deteriorado edificio de la alcaldía. Gracias a los registros fotográficos, añoramos la belleza y encanto del corazón de la ciudad: «Parque Sucre».

Amable lector, sí su hoy juventud no le permitió conocer y disfrutar del parque Sucre, pregunte por él a sus abuelos o a algunos adultos mayores, y reconocerá la nostalgia y alegría – ¡qué contradicción!- con la que le relatarán sobre el parque.

Pero las acciones bárbaras contra el parque y su comunidad no se quedaron en lo comentado anteriormente. Un tiempo después, en fecha y administración que no he logrado averiguar con certeza, se construye un escenario para eventos en el rebautizado Parque Bolívar.  Una gran y bien diseñada tarima, espacio amplio a la vista del público, camerinos y baños en un primer nivel; estructura para iluminación, fuentes eléctricas y cómodas escaleras.  Era el mejor escenario para eventos públicos en Cundinamarca y la región.

¿Saben qué pasó? Que al señor Beltrán, en una decisión unilateral, o sea una alcaldada y bajo oscuros intereses, ordenó demolerlo.  Qué triste, costosa, y poco visionaria la orden dada: «Túmbenlo».

En ese escenario se presentaban los eventos locales, regionales, nacionales e internacionales.  Lo que le pareció antifuncional y antiestético al alcalde de turno hace trece años, ha significado altos costos del escaso presupuesto para cultura y turismo; en razón a que para cualquier tipo de evento que se programe en el parque debe alquilarse tarima, sonido, luces, carpa camerino, baños móviles.  Hagan cuentas, por favor.

Y de la fuente, es mejor ni hablar.  ¿Cuánto costó y de qué sirve?

Quiero terminar esta tercera parte de la involución de Girardot compartiéndoles la respuesta que el autor de la escultura de El Libertador, que reemplazó la tarima, brindara a la pregunta, ¿qué significa la escultura?: «Es el Libertador Simón Bolívar saltando lazo». Lo demás queda a su imaginación amable lector.

*Las opiniones plasmadas por los columnistas en ningún momento reflejan o comprometen la línea editorial ni el pensamiento de Plus Publicación.