Columnistas
La decadencia de Girardot (Sexta parte)

De casualidad escuché en mi nada moderno receptor, una entrevista con el actual alcalde del villorrio. Y no deja de sorprenderme su crecimiento verbal, lo cual no es prenda de garantía para acertar o transmitir objetivamente de lo que habla, lo expresado a través de un micrófono radial o televisión, en directo.
Es como el caudal de los ríos, no tiene reversa. Y he ahí la causa de una posible consecuencia al lanzar al aire conceptos, opiniones, y en este caso, realizaciones o sanas intenciones, como por ejemplo, «no me alcanzó el tiempo». ¿Fueron pocos cuatro años, para programar, adelantar o terminar obras o acciones en un plan de desarrollo «para seguir retrocediendo?».
Además súmenle, disculpen, réstenle al Plan de Desarrollo, la rebaja engañosa y abusiva que le aplicaron a indicadores y metas de un buen número de programas, con el propósito de presentar un cumplimiento nada consecuente y serio, con lo escuchado y recolectado en consejos comunales.
Y el Concejo politiquero se presta para esta burla al pueblo; qué desencanto. No, qué engaño, qué manejo al antojo de dádivas, favores y cuotas burocráticas. Qué servilismo hacia «el jefe». Qué importaculismo sobre el destino de la ciudad. Y como siempre, la más perjudicada, la comunidad.
Me llamó la atención la respuesta del alcalde sobre el tema de seguridad: «Las desigualdad es la causa que haya amigos de lo ajeno». Un concepto lúcido, filosófico, profundo, sesudo, y no sobra imaginarnos cuántos desvelos le causó el llegar a tan equivocada conclusión, y considerarla razón suficiente para pretender que los girardoteños comprendan el por qué no enfrentó ese flagelo como le correspondía, «no me alcanzó el tiempo».
Don aguas tibias, solo vocifera y se las da de bravo «ejecutivo» con mandos medios. Al interior del «equipo» de trabajo, son muy contados los que creen, y más pocos los que obedecen o atienden de manera eficaz y eficiente sus directrices acorde a las competencias de sus cargos y las calidades profesionales. Interés y compromiso con la ciudad, si es que lo tienen.
Él tiene claro quiénes son sus cercanos «colaboradores»; él los nombró. Pero otro se los recomendó, por no decir, se los ordenó. Está maniatado a su «maquiavélico» amigo, contubernio que no tendrá un final feliz.
Sancho, gracias a la lealtad que me guarda voy a complacerlo mencionando solo tres ilustres funcionarios que dejan huella por la importancia de sus cargos, pero no de ellos: Mauricio Perdomo, secretario de gobierno, ni fu, ni fa; lo reemplazó Nubia Suárez Tapiero, ni fu, ni fa. Erika Lorena Ramírez Ávila, secretaria de salud, ni fu, ni fa. Semejantes responsabilidades les encomendó y…ni fu, ni fa.
Y regresando a la ya citada entrevista, dijo el señor alcalde sobre el espacio público: «Le comento amigo periodista que hace pocos días fui al barrio Santa Isabel, a ver algo sobre unas pequeñas obras, y resulta que los andenes están invadidos con todo tipo de negocios. Y el peatón a la calle, a correr riesgos; esto no puede ser».
Qué tal que caminara y visitara desde su cómoda Toyota otros sectores de la ciudad. De pronto ve de cerca la real situación de desorden, anarquía y devaluación de Girardot.
Esa es una de las poquísimas razones para que usted señor burgomaestre llegue a la nada y lúcida conclusión de que «no me alcanzó el tiempo». Remata el tema haciendo mención a la no autorización de la mal llamada feria artesanal sobre la línea férrea; pero para sorpresa de los oyentes y por ende de la comunidad en general, dice: «Se va a montar en el Parque de la Locomotora, frente a la Casa de la Cultura y uno que otro espacio adyacente a los anteriores, que se autorizará».
Señor alcalde, la antigua estación del ferrocarril, la locomotora, y el entorno, son patrimonio cultural. Usted lo dijo, no se expone ni se ofrece verdadera artesanía; es la puesta en escena de un gran taiwan en espacio público y patrimonial, que tiene o que ofrece el señor que se lucra de semejante adefesio, remedo de feria artesanal. Que proyecta una imagen negativa de la ciudad, ante propios, visitantes y turistas.
No me atrevo a presagiar que será la última autorizada por su administración, pues en su profunda y desparpajada sabiduría, en diciembre volverán cacharreros y polvoreros. Espero equivocarme, o tal vez nos sorprenda de nuevo expresando que «no le alcanzó el tiempo».
Sí, cuatro años han pasado y el villorrio en caída vertiginosa al precipicio. Amigos girardoteños, no más de lo mismo.
«Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada» Edmund Burke.
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