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Historia en miniatura del coliseo de ferias de Girardot

En 1953, Heliodoro Bonilla Guzmán, médico veterinario y asesor técnico de la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Cebú, hizo una reseña suficiente de los inicios, tanto de la feria ganadera como de la exposición de razas finas que se estrenó en 1947. Este último hecho constituyó orgullo no solamente para la ciudadanía sino principalmente para sus organizadores. Apartes de esa reseña los publicó Niño Espinosa en su suplemento.

Historia en miniatura del coliseo de ferias de Girardot

Con toda la influencia económica que la feria ganadera le imprimió a Girardot, como para que fuera considerada «uno de los principales mercados pecuarios del país», curiosamente es muy poca la literatura que se encuentra sobre el tema.

Hay que recordar que la Primera Feria Ganadera que se celebra en Colombia se lleva a cabo en Girardot, el 15 de marzo de 1908.

Ese evento, de ninguna manera de menor tenor, tuvo su origen en el proyecto de acuerdo presentado ante el Concejo Municipal de Girardot, por el entonces concejal, y médico, además, Julio Rodríguez Piñeres. 

Como por obvias razones las intenciones y esfuerzos de los pioneros de la feria no eran suficientes, y seguramente carecían de los convenientes recursos logísticos y económicos, se sumó al empeño de esta nueva empresa el gobernador de Cundinamarca de ese momento, Eliseo Medina.

La inauguración de la Primera Feria Ganadera de Colombia, se cuenta, fue con bombos y platillos.  Fue tan importante el acontecimiento que el presidente de la República, general Rafael Reyes, arribó al puerto cundinamarqués proveniente del municipio de Honda, en el departamento de Tolima, a presidirlo. 

Gustavo Hernán Arias Martínez, periodista local, registró el 24 de agosto de 1994 en el diario El Tiempo, en su artículo titulado «En Girardot, los viernes renace la feria ganadera», el siguiente párrafo introductorio: «Al medio día de un diciembre de 1908, las bandas del pueblo tronaron con un pasillo que hizo espantar las reses aglutinadas en mitad de la calle principal de Girardot; en ese momento, el entonces presidente de la República, general Rafael Reyes, llegó al lugar.  Luego de atravesar media Cordillera Oriental, el mandatario conservador se disponía a inaugurar la Primera Feria Ganadera que tenga memoria la ciudad y la región».

Se cuenta que el brindis inaugural se realizó con una copa de helado; hecho tradicional y normal para ese momento.

ÉPOCA DE ORGULLO Y ALTIVEZ

El suplemento «Girardot en 1965», del periódico El Diario, propiedad del ilustre y reconocido periodista José Joaquín Niño Espinosa, dedicó tres páginas a «La Feria de Girardot».

Menciona que la regularidad del evento era uno de sus atributos.  Se efectuaba dos veces por año, cada seis meses; del 5 al 6 de junio y del 5 al 10 de diciembre.

La primera Junta organizadora estuvo constituida por «el general Paulo E. Bustamante, Benjamin Rocha, Eugenio Herrán L., Bernabé Bravo, Antonio Nieto y José Joaquín Vernaza», según lo registró José Joaquin en su libro «Gentes y Hechos de Girardot».

Los aplausos y el reconocimiento de la calidad que ofrecía este suceso semestral, eran innegables y evidentes a la vez.

En 1953, Heliodoro Bonilla Guzmán, médico veterinario y asesor técnico de la Asociación Colombiana de Criadores de Ganado Cebú, hizo una reseña suficiente de los inicios, tanto de la feria ganadera como de la exposición de razas finas que se estrenó en 1947.  Este último hecho constituyó orgullo no solamente para la ciudadanía sino principalmente para sus organizadores.  Apartes de esa reseña los publicó Niño Espinosa en su suplemento.

Para Heliodoro Bonilla la primera exposición, la del 47, «resultó admirable por el número y calidad de los ejemplares exhibidos, como la asistencia de todo el país y el brillante éxito de sus remates».

«Para las exposiciones ganaderas se requieren varias condiciones fundamentales y Girardot las tiene todas, como son sus excelentes vías de comunicación –férreas, terrestres, aéreas y fluviales-, la ubicación equidistante de los centros productores de ganado, la comodidad en hoteles y restaurantes, la acogida por parte de las autoridades y público en general».  Así veneraba el médico veterinario Bonilla Guzmán, no solamente el evento ganadero, sino las condiciones innegables del momento que colocaban a Girardot como una de las ciudades con mayor proyección en el país.

Por otro lado, Heliodoro Bonilla retoma un fragmento escrito por el periodista Nicolás Mora Dávila, socio fundador del CPB, en donde este resalta que «Los extranjeros que han acudido a las reuniones del puerto, han llevado siempre gratas impresiones.  Un amigo norteamericano me decía que no se explicaba por qué razón no se le hacía ambiente en el exterior a certamen tan interesante y lleno de colorido a través de películas, de avisos en revistas y periódicos, como se hace con las festividades maravillosas de Texas y de los más reputados lugares de exposición de otras naciones».

LAS ESTADÍSTICAS

En documentos pertenecientes al Instituto Municipal de Turismo, Cultura y Fomento de Girardot, se registra que a la Primera Feria Ganadera de Colombia ingresaron 886 bestias y 1833 cabezas de ganado.

Explica Rodolfo Rodríguez Delgadillo, médico veterinario y zootecnista, que para ese entonces el término bestia era utilizado para referirse a equinos, mulares y asnales.  Aclaración relevante si se tiene en cuenta que hoy en día es un vocablo poco utilizado en la cotidianidad.

Las 1833 cabezas de ganado se vendieron en su totalidad, reflejando una venta por valor de setenta y tres mil seiscientos sesenta y dos pesos; ¡todo un dineral!

Se estima que el promedio de precio, entre uno y otro ejemplar, era de veintisiete pesos con nueve centavos.

LOS TERRENOS

Escudriñando descubrí que quiénes habían donado realmente los terrenos en donde hoy se encuentra el Coliseo de Ferias José Alonso Escandón eran otros diferentes a los que la tradición me había acostumbrado;  la nueva información es que Enrique Torres Nieto y Juan de Dios Giraldo fueron los donantes.

Luis Fernando Perdomo, el revelador de la información, y Luis Eduardo Silva, acompañaron la misión de ubicar a los hermanos Torres; era de ellos que se tenía información reciente.

El sábado 21 de octubre de 2017, en el Coliseo de Ferias José Alonso Escandón, gracias a la fortuna que a veces nos premia la búsqueda incesante de la Historia, Ricardo, Luis Enrique y Carlos Alberto Torres Salamanca, con un don de gente inusual en estas latitudes, me atendieron treinta minutos.  (Ver fotografía).

UN RECORRIDO GENERAL

Ricardo inició su relato explicando que su padre había estudiado aviación en Estados Unidos y que a raíz de eso visitó algunas ferias ganaderas, como la de Chicago, por ejemplo.

A pesar de la organización que conocía en corrales, con el ganado que llegaba de los Estados del Sur a Chicago, don Enrique apoyaba las ferias ganaderas en las calles de Girardot; por ejemplo, mandó a construir «del bolsillo de él» bebederos para el ganado; al atardecer «lo recogían y la junta de ferias contrataba con dueños de haciendas o fincas vecinas para que […] pastara por las noches y al otro día volviera a ser exhibido en la calle».

Como la exhibición callejera a pesar de ser exótica se convirtió en un problema, «(…) entonces mi papá junto con don Juan de Dios Giraldo decidieron comprar la hacienda de Ventorrillo (…)».

El terreno fue donado a la Junta de Ferias Autónoma de Girardot «sin pedir absolutamente nada, ninguna contraprestación».

Junto a estos filántropos ganaderos llegaron otros a aportar. Eduardo Estrada, Vicente Cuellar; Oliverio Lara, del Huila y el dueño en esa época de la Hacienda San Rafael, en donde hoy funciona el aeropuerto de Flandes.

Igual que hoy, «(…) el municipio no le prestó mucha atención al asunto; empezó a funcionar esto con iniciativa privada (…)  Ninguno de los que colaboró acá para que esto existiera pidió absolutamente que me tengan en cuenta para algo, que me rebajen impuestos, no (…)», anota orgulloso el mayor de los hermanos Torres Salamanca.

Señala que el Huila aportaba la mayor cantidad de cabezas para la feria.  Llegaban en tren al Kilómetro Uno, «en donde está esa discoteca La Playa (sic); en ese sector eran los corrales y de ahí salían los ganados para las diferentes mangas donde pastaba mientras se sacaba. Entonces el tren llegaba acá. La extensión del predio era suficiente para que no hubiera que arrendar ni para comprar pastajes para los días de la feria, sino había campo suficiente».

Inmediatamente, con una emoción curtida, recuerda que su padre lo llevó «de la mano» a la primera exposición de ganado Cebú que se realizó frente a las instalaciones de la Federación de Cafeteros, en el barrio La Estación, en el año 1947.

JAIME FAYAD SESÍN LO CONFIRMA

En una grabación de voz que puede tener cerca de diez años y que nos facilitó Sandra Milena Pautt Gutiérrez, el médico veterinario Jaime Fallad Sesín, fallecido, relató en tres escasos minutos el nacimiento del coliseo de ferias de Girardot.

Describía cómo llegó el momento que era imposible continuar organizando ferias ganaderas callejeras porque «16 000 y 18 000 cabezas de ganado en las calles de la ciudad, la convertían durante cinco días en un corral […] era prácticamente imposible hacer cirugías; no se podía ni sacar ni muelas [sic] en esos días por el riesgo de pronto de un tétano».

Diferentes entes de salud exigieron la terminación de ese estilo de ferias.  Entonces el Ministerio de Agricultura le entregó el dinero a la Junta de Ferias de Girardot para que construyera su coliseo.

Hecho que coincidió con la construcción del Hotel Tocarema; «la alcaldía de ese entonces dijo “venga que nosotros necesitamos esa plata y les damos a ustedes acciones” […] Nos llenamos de unas acciones y nos quedamos sin la plata para comprar los terrenos del coliseo» afirmó el veterinario.

Posteriormente, Enrique Torres Nieto, nacido en el vecino municipio de Ricaurte, y Juan de Dios Giraldo, paisa, donaron los terrenos para que el coliseo de ferias se levantara, según lo relató Fallad Sesín.

Cada uno giró un cheque por el valor de siete mil pesos para la adquisición de las veintinueve fanegadas de Ventorrillo.  Resaltando como Ricardo Torres Salamanca, que «¡jamás pidieron retribución por esa plata!».

JOSÉ ALONSO ESCANDÓN

Para José Alonso Escandón solamente se escuchan elogios provenientes de los hijos Torres Salamanca y de Jaime Fayad Sesín.

Ricardo le atribuye la consecución de los recursos para gran parte de la infraestructura y las vías interiores; así como la iniciativa para la construcción de la pista de juzgamiento y de las oficinas existentes.

Fayad, elogiaba la entrega incondicional de José Alonso Escandón para con la feria. 

Ambos coinciden en que era comerciante; Jaime confirmó que «manejaba una trilladora de café que era la American Coffe».

LO CORTÉS NO QUITA LO VALIENTE

En la emoción que trae la recordación de hechos pasados, sobre todo si estos llegan preñados de alegría y orgullo, sentimientos que impregnan a los hermanos Torres Salamanca, hay espacio también para la hidalguía, la vergüenza y el reconocimiento.

Carlos Alberto, el menor de los hermanos, cuenta con evidente tristeza un error involuntario que sucedió cuando se elaboró la placa, exaltando a quienes habían aportado para la feliz terminación del coliseo de ferias.

«Cuando se celebraron los 80 años de la feria de Girardot, entonces hicimos la placa que está allá […] De todos los fundadores de esta feria […] Y cometimos, digo cometimos, porque yo era también de la Junta de Ferias con Jaime Fayad; mandamos a hacer la placa […] olvidamos poner a una de las personas que hizo feria aquí», comienza diciendo Carlos Alberto.

Para terminar mencionando, notoriamente avergonzado, el nombre de la persona olvidada.  «Don Vicente Cuellar.  Fue socio fundador de la Asociación del Cebú; me acuerdo que ese día lo invitamos verbalmente, pero no lo pusimos en la placa. Él la leyó y se fue. ¡Eso fue una cosa muy triste! ¡Una embarrada!».

Hay tanto que contar de la Feria de Girardot que ningún espacio alcanza y ninguna memoria es infalible. Pero ni lo primero es óbice ni lo segundo es excusa para dejar de publicar un mensaje nostálgico de Ricardo Torres Salamanca y sus hermanos para todos los girardoteños:

«Que Girardot vuelva a ser la plaza de ferias que le ponía el precio al ganado en Colombia.  Y que éste coliseo cumpla esa función y no se convierta en otra que no sea para la proyección ganadera».

¡Amén!