Medioambiente
Daniel Fernando Florián Salcedo, embajador de la cordillera Alonso Vera y vereda Agua Blanca, en los Premios Latinoamérica Verde, en Guayaquil, Ecuador
Allí estará Daniel Fernando Florián Salcedo cristalizando uno de sus sueños. Lo alcanza gracias al puesto 31 obtenido en la categoría de «Bosque y Flora» en la que se postularon 500 proyectos; también logró el puesto 47 a nivel Colombia y el 271 en Latinoamérica, en la categoría «Desarrollo Sostenible Humano», de los mismos premios.

La vereda Agua Blanca y la cordillera Alonso Vera junto con su importancia en el ecosistema, serán presentadas ante ecologistas y ambientalistas de varios países del mundo durante la gala de los Premios Latinoamérica Verde 2019, a llevarse a cabo en Guayaquil (Ecuador).
El logro es alcanzado a través del proyecto «Gestión de Turismo Rural Comunitario Sostenible en la Vereda Agua Blanca, Cordillera Alonso Vera del municipio de Girardot, Cundinamarca»; iniciativa de Daniel Fernando Florián Salcedo. Girardoteño, estudiante de octavo semestre del programa de Administración Ambiental, facultad de Ciencias Sociales y Empresariales en la Universidad Piloto de Colombia – Seccional Alto Magdalena, sede Girardot, quien desde hace tres año se ocupa de este tema escogido como su trabajo de grado.
La cordillera Alonso Vera es una de las cadenas montañosas que tiene Colombia; abarca cuatro municipios de la provincia del Alto Magdalena: Nariño, Girardot, Jerusalén y Guataquí. En ella se encuentra la vereda Agua Blanca en Girardot, en donde se traza el «camino conocido como el pasaje al Arbolito».
Tanto el proyecto piloto, que se espera replicar en los otros municipios que hacen parte de la cadena montañosa, como su gestor, estarán en la gala programada del 21 al 25 de agosto próximo en Puerto Santana – Guayaquil. Durante el evento se hará reconocimiento especial a los 500 mejores proyectos socioambientales de más de 700 ciudades de 35 países del mundo.
Allí estará Daniel Fernando Florián Salcedo cristalizando uno de sus sueños. Lo alcanza gracias al puesto 31 obtenido en la categoría de «Bosque y Flora» en la que se postularon 500 proyectos; también logró el puesto 47 a nivel Colombia y el 271 en Latinoamérica, en la categoría «Desarrollo Sostenible Humano», de los mismos premios.
En la clasificación general el proyecto ocupó el puesto 366 dentro de los 3000 postulados. Su propósito general fue «Gestionar el turismo rural comunitario sostenible en la vereda Agua Blanca de la cordillera Alonso Vera para el desarrollo y productividad de la región, a través del trabajo con la comunidad de la vereda y así generar y marcar impacto sobre la población».
Estar dentro de las 500 mejores iniciativas de medioambiente y desarrollo sostenible en Latinoamérica lo faculta para mostrar el ambicioso y beneficioso propósito que se dispone cumplir en la reserva ambiental Agua Blanca, en el cerro «El Arbolito», cuyas características son propias del bosque seco tropical.
Teniendo en cuenta que la iniciativa incorpora el tema turístico, se trabaja conjuntamente con los programas de Administración Ambiental y Administración Turística y Hotelera de la Universidad Piloto.
RAZONES Y PROPÓSITOS DEL PROYECTO DE DESARROLLO TURÍSTICO
Lo que en primera instancia se busca es impulsar el turismo rural comunitario y sostenible en la cordillera Alonso Vera.
¿Por qué turismo rural comunitario?, se pregunta el propio Daniel. «Porque a través de este se busca involucrar a la comunidad de la vereda Agua Blanca, para que se apropie de su territorio y lo aproveche al máximo», señala al responderse.
Y, ¿por qué turístico? «Porque la cordillera Alonso Vera, de la que hace parte la vereda Agua Blanca, en el camino paisajístico que es el cerro del Arbolito, es un activo ambiental que tiene mucha importancia dentro de la ciudad », se responde.
¿Por qué cuidarla?, es otra de las preguntas que en nuestro diálogo se formula Daniel. «Primero, porque es una cordillera y por consiguiente un activo ambiental muy importante. Segundo, porque las cadenas montañosas son las que retienen el aire y lo desvían, sumado a que existe variación de flora y fauna silvestre dentro del sector».
El tener las características de una zona bosque seco tropical, propia de tierras bajas, es importante, ya que «lo que hace la capacidad de flora es retener los líquidos en épocas de lluvia para que en época de sequía se mantenga el ecosistema», explica.
Al mencionar la flora, incluye especies nativas y endémicas. Dentro de estas nombra las de guayacán, caracolí, cacaíto, algarrobo, ceiba y angarillo, las que precisó, «están en la región. Se han desarrollado ahí en el territorio y en el ecosistema».
Existen también importantes especies de la fauna como la rana amarilla o rana venenosa de rallas amarillas, tortugas y una alta variedad de aves como águilas, garzas, patos, cardenales, y aves migratorias como el turpial cabeciamarillo, la monjita, el tordo capuchidorado y el espiguero gris pico de tijera.
La variedad de especies se da «por tener la cordillera, en el sector de Agua Blanca, un corredor paisajístico que conecta con el humedal de Pozo Azul», nos revela.
UN ROTUNDO «NO» A LA EXISTENCIA DE CONCIENCIA AMBIENTALISTA
Al preguntarle Plus Publicación si somos conscientes los girardoteños y demás residentes de ese recurso ambiental tan importante que poseemos, el rotundo «no» de Daniel, fue definitivo.
«No. Dentro del trabajo de campo encontramos que no somos conscientes como girardoteños del recurso ambiental que tenemos, porque no sabemos aprovecharlo al máximo ».
Una problemática dentro de la vereda es que «las personas no reconocen su territorio y no reconocen la importancia del cuidado del mismo», afirmó al señalar que es por ello que su proyecto se encuentra encaminado a trabajar primero con la comunidad, que es la que está dentro de la cordillera en la vereda Agua Blanca.
Lo que se busca al involucrar a la comunidad, «es concientizarla para que a su tiempo sea replicadora hacia las personas que visitan el sector», argumentó.
Que una vez esa población sea educada, se convierta en multiplicadora e instruya y conciencie a turistas y visitantes sobre la importancia de cuidar el medioambiente, mencionando como una de las tantas acciones que se pueden desarrollar no arrojar basuras y desechos, que será uno de los logros esperados.
Para Daniel el cuidado del lugar depende de la persona, «hay turistas que sí cuidan el medioambiente […], mientras que otros no son conscientes». De ahí que su proyecto destaque la importancia de la vereda como la necesidad de visibilizar la región y su potencial para el desarrollo turístico.
¿CÓMO MANEJAR EL PROYECTO PARA QUE EL HOMBRE NO TERMINE VIOLENTANDO LA CORDILLERA Y EL ECOSISTEMA?
La importancia que le imprime Daniel al proyecto para que el hombre no termine violentando, en este caso la cordillera y el ecosistema, es fundamental y de acciones permanentes. Asegura que serán sus habitantes quienes persistentemente estén explicando y concienciando a quienes arrojen desechos y asuman conductas contrarias a la preservación del ecosistema, para hacerles ver que están adoptando una posición incorrecta, y mostrarles por qué y cuál debe ser en cambio el comportamiento a adoptar.
En cuanto a la quebrada Agua Blanca, esa educación implica indicarle a la población residente en el lugar la importancia de dejar «una distancia respetuosa para que en momentos de lluvia fuerte, por ser esta una quebrada seca, no se aumente el caudal afectando a la población que está a la orilla de la quebrada».
La población infantil constituye sin duda un factor fundamental, explica Daniel, siendo la que más ha acogido la iniciativa. «La población infantil es la población que nos genera un futuro», afirmó.
LA «CAPACIDAD DE CARGA», UN FACTOR VITAL PARA TENER EN CUENTA
Daniel nos introduce en un nuevo concepto utilizado dentro de las prácticas ambientales y el manejo ecoturístico: se trata de «capacidad de carga», refiriéndose concretamente «al número de personas o individuos que soporta el ecosistema».
Para el caso que nos ocupa, como es el de un ecosistema de características bosque seco tropical, este «tiene una capacidad de carga de máximo 20 personas en aglomeración», anota en su explicación.
«En la vereda se ve mucho el ciclomontañismo, que son los paseos en bicicleta, actividad que se suma a las caminatas que se realizan en la zona», y que no exigen una «carga» excesiva, precisa ahondando en la definición.
DESARROLLO DEL PROYECTO EN UN TRABAJO DIRECTO CON LA COMUNIDAD
Actualmente el proyecto se encuentra en su segunda fase, que es la de educación ambiental. La primera consistió en vincular a los estudiantes del programa de Administración Ambiental y de Administración Turística a través de cada una de sus asignaturas.
Para el caso del área ambiental, el currículo incluye una asignatura que se llama hidroclimatología, tema que se aprovechó para adelantar con los estudiantes un levantamiento de cuencas hidrográficas, proceso que estuvo acompañado por el decano del programa.
«En el área de turismo se ha venido trabajando a través de caminatas ecoturísticas, planes de desarrollo turístico en lo ambiental; conocimiento del territorio, haciéndose para ello la caracterización sociodemográfica de la región», refirió.
Al hacer mención del tema demográfico destacó que «la vereda Agua Blanca consta de tres partes: la alta, que es la cúspide que termina en la “Piscina Mirador del Arbolito”; la parte media, que es la parte donde está la placa huella, y la parte baja que inicia en el barrio Villa Alexander».
Al referirse a la segunda fase del proyecto nos comenta que «con una amiga, Alexis, se trabaja en la restauración de la escuela Agua Blanca». En esta institución educativa se les lleva capacitación a las personas en temas relacionados con el uso y ahorro de energía, el uso del agua, y temas ambientales y turísticos. «Si no concientizamos primero a la población que vive en el territorio, […] entonces no podemos trabajar», enfatizó.
Sumado a lo anterior, se realizó un puerta a puerta con el que se buscó dar a conocer el proyecto. Al término se logró la atención y vinculación de los residentes quienes aprendieron cosas nuevas y se concientizaron frente al asunto.
TAMBIÉN EN LA CONSOLIDACIÓN DEL PROYECTO LA COMUNIDAD SERÁ FUNDAMENTAL
«La idea es vincular a la comunidad en el desarrollo de un proyecto ecoturístico, siendo los residentes los mismos guías turísticos», afirmó a Plus Publicación refiriéndose a lo que será, una vez reciba su grado, la consolidación del proyecto y la importancia que para la ejecución del mismo continuarán teniendo los pobladores.
Aprovechando la existencia de un camino paisajístico, uno de los objetivos será el de implementar ventas de artesanías y colocar algunos puestos de comida y de bebidas «que permitan generar una economía informal que genere (sic) recursos económicos a estas personas, para quienes se abre igualmente la posibilidad de desempeñarse como guías de turismo», afirmó. Precisando que quienes en ello deseen convertirse deberán adelantar la capacitación en guianza turística y demás impartidas por el Sena.
LA IMPORTANCIA DE LA CORDILLERA EN UNA ÉPOCA DEL CAMBIO CLIMÁTICO
En términos medioambientales la cordillera Alonso Vera se constituye en un recurso fundamental, explica, al sumar un factor más a la importancia que este recurso forestal tiene para la región: «Es un recurso forestal. Al ser forestal nos damos cuenta que los árboles son los dadores de oxígeno. Esos árboles lo que hacen es transformar el oxígeno en aire, y así se mantiene el ecosistema como tal», expuso, al sustentar que por ello y con el fin de recuperar la malla vegetativa que se ha perdido, es que también se ha trabajado dentro del área en proyectos de reforestación.
«Cuando se pierde malla vegetativa en caso de incendio forestal o de tala por el hombre, también perdemos la capacidad de la tierra y retención de la tierra», señaló, al dar a conocer que según información recibida en Prodesarrollo, entre el 2012 y 2013 se presentaron tres incendios forestales en el sector.
El daño, sostuvo, ha sido evidente frente a la pérdida de proteínas y demás nutrientes básicos que tiene la tierra; recuperación que no se da rápidamente sino a largo plazo y que se ha venido trabajando no solo con la comunidad sino con el acompañamiento de la Dirección de Asistencia Técnica y Medio Ambiente (DATMA), que ha colaborado con árboles para la parte baja de la cordillera, reforestando así la zona.
Lo que se hace es concienciar a la comunidad para que cuide los árboles. Algo en lo que se les ilustra es en que para la siembra de estos árboles se debe tener en cuenta primero la especie, la distancia entre uno y otro, y el cuidado que debe dársele durante mínimo ocho meses, «para que ese árbol pegue dentro del ecosistema y tenga la capacidad de retención de agua y se adapte dentro de ese ecosistema».
Al referirse a lo que a futuro demanda el Plan de Desarrollo Turístico, aseguró que en materia institucional y normativa se necesita tener en cuenta los parámetros que establece la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), para lo atinente con la apropiación y realización del turismo.
Así mismo es necesario aplicar las normas técnicas sectoriales que imparten el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, y su homólogo de Comercio, Industria y Turismo en lo concerniente a la apropiación del turismo sostenible.
«Es indispensable mirar primero la reglamentación para así apropiarnos del territorio y seguir trabajando en el proyecto, ya que sin esa reglamentación y sin esas normas no podríamos trabajar y estaríamos haciendo una actividad ilegal», señaló.
Para graduarse, el proyecto exige presentar la primera, segunda y tercera fase. Esta última, explicó a Plus Publicación, consiste en la consolidación del documento en el Plan de Desarrollo Turístico, el cual debe incluir toda la experiencia y los procesos implementados, lo mismo que toda la documentación y el paso a paso que debe adelantarse para la ejecución del proyecto.
Explicando qué lo llevó a trabajar en esta iniciativa de turismo rural comunitario sostenible, afirmó que los objetivos son varios: el primero, cuidar, recuperar y preservar el medio ambiente; segundo, trabajar, concienciar y educar a la comunidad, ya que es la que conoce su territorio, y tercero, hacer turismo sostenible con el fin de replicar a las ciudades o municipios que están dentro de la cordillera Alonso Vera.
Lo anterior, «mediante la realización de actividades que involucren los actores ambientales, sociales y culturales, preservando y cuidando nuestros recursos naturales».
La idea, precisó, le ha permitido atraer personas, empresas, algunas ONG, fundaciones, universidades, y otras entidades que voluntariamente han estado contribuyendo con el desarrollo de la iniciativa con donación de árboles, insumos y tiempo dedicado a la población.
Durante la gala de los Premios Latinoamérica Verde 2019, Daniel recibirá no solo la certificación alcanzada, sino que presentará su propuesta con miras a atraer apoyo económico y lograr financiación para su ejecución.
OTROS RECONOCIMIENTOS AL TRABAJO REALIZADO
A escasos días de viajar a Ecuador, las buenas noticias siguen acompañando a Daniel. En esta oportunidad el reconocimiento será en su país natal, Colombia, en donde su propuesta fue aprobada como ponencia oral del Encuentro Latinoamericano de Educación, a cumplirse en Medellín (Antioquia), del 9 al 11 de octubre próximo.
Fotos, Armando García Yepes.