Punto de apoyo
Hay que conectar el cerebro
Alrededor de toda esta maraña inesperada hay una verdad certera, y es que terminado el aislamiento, o en términos carcelarios el confinamiento, hay que conectar el cerebro antes de salir a la calle y comprender que con nuestras decisiones y proceder elevamos o disminuimos las posibilidades de contagio.
La palabra inteligencia se ha utilizado frecuentemente en los últimos días hablando de lo que sigue después de la cuarentena. Una cuarentena que duró más de cuarenta días y que no está lejos de repetirse si la curva en lugar de aplanarse se enrosca ascendentemente hasta el infinito.
Literatura de todo tipo se ha escrito sobre el virus, la pandemia, la pobreza, el abuso político mimetizado en la tragedia, el fútbol…en fin. Abundante en conceptos, unos anónimos pero válidos de repasar, otros a todas luces científicos, y demasiados apócrifos con la intención de aculillar al más valiente. También desfilan las cadenas de televisión más manipuladoras del país practicando un deporte hasta ahora desconocido e inédito, en donde ciertas ciudades le llevan la delantera a otras, algunas pierden fuerza en su embalaje y otras repuntan con el último aire del escalador de montaña, para encumbrarse «con cien muertos más que anoche y alcanzar el podio».
Y cuando sumamos todo lo anterior queda la certidumbre de que la locura va a llegar de un momento a otro: cuando estemos en pleno almuerzo devorando el último pedazo de limón que recomiendan para elevar el nivel del pH en el organismo, o cuando cabeceamos la última película de la media noche porque aunque el cansancio persista, la mente se encuentra revoloteando diez semanas adelante, o siete horas después, angustiada y escudriñando en dónde conseguir el dinero para pagar los servicios públicos, que tarde o temprano hay que salir a cancelar.
Alrededor de toda esta maraña inesperada hay una verdad certera, y es que terminado el aislamiento, o en términos carcelarios el confinamiento, hay que conectar el cerebro antes de salir a la calle y comprender que con nuestras decisiones y proceder elevamos o disminuimos las posibilidades de contagio.
En los dos primeros meses he tenido el tiempo suficiente para pensar en adoptar nuevos hábitos de vida que me ayuden a esquivar tan obstinado y peligroso virus, convencido de que de todas maneras la posibilidad de contagio existe hasta cuando no se invente la vacuna, pero que puedo apostar al juego de las probabilidades para ser dueño de mis actos responsablemente.
Quiero compartir con quien le interese algunos comportamientos que ya he comenzado a adoptar y ver qué sucede al día siguiente:
1. Salir va a ser más complejo que antes. Hay que preparar cada uno de los adminículos sin olvidar ninguno (gel antibacterial, jabón, alcohol, gafas). Y recordar que lo último que debo colocarme es la mascarilla facial (tapabocas), cuando tenga las manos completamente desinfectadas, es decir, me las haya lavado con abundante jabón durante más de cuarenta segundos. Debe ser el último paso antes de cerrar la puerta de la casa.
2. El tapaboca no sirve de nada si no lo sabemos utilizar:
NO se usa debajo de la nariz.
NO se debe dejar expuesta la barbilla.
NO debe usarse flojo ni dejando espacios en los lados de la cara.
NO se usa cubriendo a duras penas la puntica de la nariz.
NO lo coloque debajo de su barbilla para descansar de él.

El tapaboca debe usarse «de manera que le cubra, hacia arriba, hasta cerca del puente de la nariz y, hacia abajo, por debajo de la barbilla. Trate de apretarlo para que quede pegado a su rostro, sin dejar espacios libres».
3. Para cualquier diligencia, en la medida que los horarios se lo permitan, salga a primera hora de la mañana. Encontrará menos personas en su camino y tendrá menos contacto con desconocidos.
4. Si va a hacer mercado escoja los sitios menos congestionados, más aseados, y en donde usted compruebe que están cumpliendo con todas, o con la mayoría de instrucciones de bioseguridad para su protección.
5. Para utilizar cajeros automáticos escoja uno que quede sobre su recorrido y que no sea el que más frecuenta el público. Ir al cajero automático del centro de la ciudad significa estar rodeado de personas que difícilmente van a respetar la distancia de dos metros.
(A propósito de la distancia de dos metros, no se avergüence si tiene que solicitarle respetuosamente a alguien que se aleje lo necesario de usted. Recuerde que es mejor colorado una vez y no mil descolorido).
6. Cuando vaya a pagar los servicios públicos, si tiene la posibilidad hágalo desde el portal virtual de su entidad bancaria. La persona que no se encuentre bancarizada o no tenga acceso a la internet, aplique el tercer punto. Recuerde que en este caso en especial «al que madruga Dios lo ayuda porque menos gente lo apretuja».
7. Cuando tenga que utilizar el servicio público de transporte prefiera un taxi o buseta que esté perfectamente aseada y que cumpla con las normas de bioseguridad exigidas por las autoridades. (Hay que conocerlas).
8. Ya no es época de hacer visitas en las esquinas. Para que en poco tiempo realice todas sus diligencias programe sus salidas haciendo un listado de actividades de acuerdo a la ubicación geográfica de cada sitio. Esto le ayudará a no ir, como una veleta, de un lado para el otro, y optimizará su tiempo.
9. A no ser que conozca el propietario o dependiente en donde va a adquirir algún alimento en la calle, absténgase de comprarle a cualquier persona, menos si observa que no tiene buenos hábitos de higiene, protección necesaria o principios básicos de manipulación de alimentos.

10. Priorice sus diligencias y necesidades. Por ejemplo, si va a comprar un bombillo para su casa pero el sitio en donde lo va a adquirir está abarrotado de personas, evalúe si es urgente comprarlo o puede dejarlo para otro día, en un mejor horario y lugar.
11. No permita que ningún desconocido le ayude con sus maletas de compras, con el carro del mercado, que le abra el vehículo. Recuerde que hay personas que además de no cumplir con las mínimas normas de protección tienen un elevado número de contactos con desconocidos por permanecer todo el día en la calle.
12. Evite colocar sus manos sobre superficies o recostarse en paredes o barandas. En caso de tener que hacerlo o si por accidente ocurrió, si es posible lávese las manos con jabón o aplíquese antibacterial mientras llega a su casa para asearse adecuadamente.
13. Si decide usar guantes recuerde que no debe limpiarse la cara con ellos. Están cumpliendo la misma función que sus manos y se encuentran infectados porque mantienen contacto con todo lo que usted toca en la calle. (Hago la apreciación porque lo he observado).
14. El dinero que retira del banco o que recibe por el cambio al realizar una compra guárdelo en una bolsa diferente a su billetera, para que cuando llegue a su casa lo deje en un lugar donde no pueda contaminar elementos de uso diario en el hogar.
Lo demás, su llegada a casa y lo que tiene que hacer antes de entrar, ya se ha suministrado bastante pedagogía e instrucciones al respecto. No creo necesario repetir lo que usted ya debe saber.
Por último, recuerde que todas las sugerencias que he enumerado anteriormente, a excepción del tema de los tapabocas, no provienen de escritos especializados sobre el virus ni han sido sometidas a la prueba científica más exhaustiva con tecnología de punta. Son los movimientos cotidianos que considero positivos y que aspiro a que alguno de ellos le pueda servir para su diario vivir.
Si nada de esto le es útil, que sea una invitación a reflexionar sobre la manera inteligente como debe comportarse a partir de terminado este primer aislamiento para proteger la salud y la vida de usted y la de su familia.
Fotos Pixabay.