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Girardot turística, ¿sin patrimonio?

De qué sirve recordar las épocas prósperas de esta casi ciudad, (primer acuatizaje en el río Magdalena, las primeras ferias ganaderas, la élite vestida de blanco en sus salones espléndidos, el comercio del mundo llegando por barco), ¿si hoy ni siquiera pueden salvaguardar y proteger los vestigios del pasado?
Si Girardot guardara en la memoria cuántas veces su patrimonio arquitectónico ha sido violentado abusivamente desapareciéndolo con un martillazo de su historia, tal vez sus habitantes se habrían percatado del abuso cometido con el destacado edificio levantado en la esquina de la calle 16 con carrera 10°, acomodado en el corazón del icónico Camellón del Comercio.
Lo advertí en diciembre del año pasado cuando en la columna titulada Concejales sin pena, ni PEMP, escribí: « ¿Ejemplo reciente? El edificio en donde funcionó el Banco Cupocrédito (calle 16 con carrera 10, esquina). Considerado de valor patrimonial arquitectónico, hoy lo han convertido en un sanandresito más. ¿Algún concejal se ha manifestado emprendiendo alguna acción para detener el atropello y recuperar su fachada?».
Hoy como consecuencia de las intervenciones que se han adelantado en su aspecto físico, parece que se inicia un litigio jurídico que puede demorar sabe Dios cuánto, sin saberse quién lo ganará.
Y como este caso, decenas de ellos, con el agravante de que no ha intervenido ningún juez para dirimir las diferencias, porque los cambios los han hecho a su antojo, caprichosa y permisivamente. Durante años bienes inmuebles y pedazos de barrio han sido intervenidos irresponsablemente en esta casi ciudad sin que ninguna autoridad municipal lo impidiera.
Es como si quienes han estado al frente de la Oficina de Planeación, Infraestructura o Secretaría de Gobierno, además de no ser responsables por lo que se les paga un sueldo, ignoraran la normatividad nacional que rige para cuando de patrimonio o bienes culturales se habla. O quienes «orientan» el tema de turismo y cultura en el Instituto Municipal de Turismo, Cultura y Fomento. ¡Ni idea tienen!
Frente a esto lo primero que se debe hacer es verificar si los lineamientos fijados en la Ley 397 de 1997 se han venido cumpliendo en Girardot, o si por el contrario, como decenas de ocasiones, todo parece indicar que no se aplican: en el Artículo 11 se señala que los bienes inmuebles de interés cultural deben ser registrados por la entidad que efectúe la declaratoria, ante la Oficina de Instrumentos Públicos, « […] a efectos de que esta incorpore la anotación en el folio de matrícula inmobiliaria correspondiente». ¿Se cumple en la casi ciudad?
En el numeral 2 del mismo Artículo se advierte que, « […] la intervención de un bien de interés cultural del ámbito territorial deberá contar con la autorización de la entidad territorial que haya efectuado dicha declaratoria». Si la memoria no falla, demasiados inmuebles de valor patrimonial han sido modificados irregularmente afectando, incluso, «elementos estructurales, tipológicos, morfológicos, de diseño, estilo y en general todas las características que determinaron su declaración como inmuebles de conservación […]», aspectos que señala la Gaceta Municipal de Girardot en su edición 81, de diciembre de 2011.
Agrega la misma, que predios como la Iglesia y Casa Cural de San Miguel, Casona de Santa Elena, o la misma Estación y Plaza del Ferrocarril, desde la calle 19 hasta el Puente Férreo, «no podrán sufrir modificación alguna […]». Para esta última indica incluso que «deberá elaborarse una reglamentación específica para su entorno», que bien valdría la pena conocer de su existencia y aplicación. Y de la iglesia San Miguel, ¡ni hablar!
Para la enajenación o venta de un bien mueble de interés cultural la ley dice que debe ser ofrecido «a la autoridad que haya efectuado la respectiva declaratoria», como primera opción de compra. ¿En Girardot lo saben los propietarios de estos inmuebles? ¿Así se ha hecho en los casos que se requería?
En las páginas 155, 156 y 157 de la Gaceta Municipal mencionada aparecen relacionados 59 conjuntos urbanos, históricos y arquitectónicos declarados de conservación patrimonial (ver cuadro). Blindados con una serie de condiciones, instrucciones y advertencias que asombrarían por su rigidez y rigurosidad al más conspicuo investigador.
Llama la atención que en la Gaceta número 144, de enero de 2001, se indica que, « […] la Junta de Patrimonio que se creará para el efecto a partir de la vigencia del presente Acuerdo […]». Pero de nuevo en el Acuerdo 024 de 2011 publicado en la Gaceta número 81 (diez años después), se ordena la creación de la Junta de Conservación de Patrimonio Histórico, Cultural y Arquitectónico «dentro de los seis meses siguientes a partir de la vigencia del presente Acuerdo». ¿No estaba creada desde el 2001, o sufrió alguna modificación en su nombre que obligó nuevamente a su constitución?
Claro, esta nueva modificación no llegó sola: mientras que en el 2001 se exigía que los integrantes de la Junta pertenecieran a áreas profesionales como la Arquitectura, Sociología, Antropología, Historia, en el Acuerdo del 2011 ni se mencionan. Esto puede ser el resultado para que arquitectos expertos y calificados coincidan en decir que tal Junta de Patrimonio no es efectiva precisamente por su escasa idoneidad.
En mora se ha estado de exigirle cuentas a esta Junta de Conservación de Patrimonio sobre cada una de las intervenciones que han ocurrido en los bienes de interés histórico de Girardot. Las actas en las que han dejado plasmados sus conceptos y recomendaciones para cada uno de los casos en los que se ha modificado la estructura sin obedecer lineamientos técnicos establecidos.
¿Cómo pensar en una ciudad turística sostenible en el tiempo, si es incapaz de valorar y salvaguardar su patrimonio cultural y arquitectónico, materia prima de su historia?
Lo que sucede en el barrio Saavedra Galindo Quintas Ferroviarias así lo demuestra: en él han sucumbido verdaderas joyas de la arquitectura por falta de interés de los gobiernos pasados y experticia de los responsables, para aplicar el control y ejercer la autoridad.
Girardot «sueña» ser el eje turístico del centro del país, exigiendo que no se le reconozca con el equivocado término de «turismo sexual», ni por el licor, las drogas y el desorden, pero permite que el patrimonio arquitectónico e histórico vaya desapareciendo sin que casi nadie levante un dedo para evitarlo.
Decía un cura en Cali cuando impidó que algunos niños se bautizaran porque sus padres no habían pagado los derechos: ¡coman de su cocinado!
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